Me ofreció el curso de Redacción. Acepté.
Yo había sido ayudante de Nicolás Velasco del Campo y de Abraham Santibáñez en la U. C., donde estudié.
En marzo ella me dijo que tomaría una cátedra conjunta con un profesor de castellano: Iván Sandoval Fuenzalida.
¡Trabajamos como dúo durante 22 años!
La noche anterior a partir con clases, recibí, por casualidad, un artículo del notable escritor antofagastino Andrés Sabella. Se titulaba: “Escribir, trabajo en fuego”.
Unos jóvenes le pedían recetas para ser buenos escritores o periodistas.
Sintetizó: leer, leer, leer; escribir, escribir, escribir. ¿Qué más?, le preguntaron al maestro Azorín.
“Corregir, corregir, corregir”, sentenció.
¡Quedó lista mi primera clase! Y siempre comencé así.
Pronto se integraron al equipo los profesores Fernando Guardiola, Manuel Antonio Contreras y María Elvira García.
El reciente 6 de abril se celebraron los 30 años de la fundación de la Escuela, en un acto en la sede de Vergara 240.
Una nostalgia recreadora, con 60 exalumnos.
Recordamos la partida en una modesta casa de adobe en Ejército 560.
Eran 90 estudiantes que soñaban con ser periodistas. Llegaron en 1988, convocados por Lucía Castellón.
Aunque el plantel académico era de excelencia, los examinadores procedían de la U. de Chile.
Algunos llegaron con prejuicios, especialmente uno, “de cuyo nombre no quiero acordarme”, a la manera de Cervantes.
Quien me invitó con agradable insistencia fue Danilo Díaz, hoy presidente del Círculo de Periodistas Deportivos.
El auditorio ardía de entusiasmo y recuerdos.
Hoy la decana de la Facultad de Comunicación es Cecilia García Huidobro y la nueva directora Francisca Skoknic.
Conversé larga y amablemente con ambas con añoranzas de la primera generación.
La nota de emoción la puso Alberto Pando.
Vino a buscarme y a dejarme. Lleva 25 años casado con Ana María Ojeda, su compañera de curso.
Él ha trabajado en CNN, TVN, ministerios de Defensa y de Interior.
Animaron el notable acto Débora Bailey y Felipe Blanco.
Los profesores fuimos Pablo Contreras y yo.
Una nostalgia recreadora.