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Trascendencia y muerte digital

¿Qué sabes y hablas sobre la muerte? ¿Estás preparado para que tu cuerpo trascienda a las plataformas digitales? ¿Cómo quieres permanecer para la eternidad?

Por Oscar Castro y Cristian Roa

1 de Noviembre de 2018

Una de las mayores ambiciones del ser humano es la eternidad. Como no podemos negar nuestra naturaleza de seres mortales, hemos sido capaces de construir las herramientas para hacer de nuestro legado eterno en el tiempo. Las expresiones de esta aspiración son varias a lo largo de la historia humana. Las narraciones orales fueron un principio de inmortalidad. Por medio de las leyendas, hechas ficción por lo general, fue posible traspasar de generación a generación los actos cometidos en este mundo. De manera similar, el mundo digital permite crear un retrato más fiel a las historias que construimos de nosotros mismos, nuestras historias colectivas e individuales. En la actualidad somos testigos muchas veces inconscientes- de la trascendencia digital.

Quizás esta afirmación suene a ciencia ficción. Pero la trascendencia y muerte en las plataformas virtuales son hoy una discusión, un objeto de estudio y una antesala a un paso siguiente hacia la percepción humana sobre la vida y la muerte.

La muerte en vida

La modernidad ha considerado los conceptos de vida y muerte como un Yin y Yang. Contrapartes opuestas, blanco y negro, sin matices. No siempre fue así. Antes del nacimiento de la razón (como ideología social y filosófica), las grandes culturas consideraban la muerte como parte de la vida. Una etapa que significa mucho más el fin de nuestra existencia terrenal. Era el ascenso hacia otra realidad, una situación celestial digna de celebración. Miles son los ritos ancestrales que conmemoraban el ocaso de la vida.

Tal como expresó el investigador español experto en ciencia de la información y la era de la información, Israel Márquez en “Muerte 2.0: pensar e imaginar la muerte en la era digital”, la modernidad acabó con esta visión y llevó el rito de la muerte lejos del mundo social. “El sujeto moderno no habla mucho de la muerte, y, cuando piensa en ello, lo abrevia o directamente no lo comunica”, explica Márquez.

La muerte se convierte en un tema tabú, en algo obsceno y molesto, de lo que nadie quiere oír hablar —Israel Márquez

La era digital ha significado un renacer para la muerte, aunque sea paradójico. Es la libertad de la plataforma web la que ha permitido que el valor social respecto a la muerte sea más visible que en décadas anteriores, sostiene Márquez. Trascender y morir hoy tiene un valor distinto.

“Las redes sociales plantean la existencia de una “vida virtual” que se extiende más allá de la vida real y que facilita la interacción con las imágenes, textos, vídeos de la persona fallecida”, explica la antropóloga de imagen, María Gutiérrez, en su trabajo «Inmortalidad medial». “A diferencia de épocas en las que el culto a los muertos requería de una sola imagen para recordar, la multiplicación de imágenes en la actualidad combate continuamente la relación con la muerte. Se puede vivir en imágenes, audio y vídeo más allá de la muerte en una especie de limbo virtual”, añade Gutiérrez.

A su vez, las redes sociales han permitido generar una nueva expresión sobre la muerte. Ya no se esconde el dolor, por el contrario, se comparte. “Irónicamente, esos mismos medios digitales a los que acusamos tanto de «robarnos» el vínculo con las personas, de evitarnos empatizar, hacen todo lo contrario en casos de duelo”, expresa la escritora y periodista Edna Montes en su columna “Se vale llorar”.

En momentos de Fake News, ataques, descalificaciones y violencia continua el duelo en un espacio tan público como las redes sociales nos recuerdan la importancia de humanizarnos —Edna Montes

La experiencia es distinta a la acostumbrada. Tratar la muerte real en un plano virtual es algo que te obliga a repensar sobre lo ocurrido. Así fue para Javier Ancín, columnista del medio español Navarra.com, quien publicó un manifiesto personal de lo que fue su “primer muerto digital”.

“La muerte en la era digital” nos cuenta la forma en que Ancín enfrentó la muerte de un amigo desconocido, un amigo presente en su vida virtual pero al cual no conocía en persona. “Me sentí extraño, porque siendo verdad que no lo conocía de nada, lo sentía bastante cercano. Como una presencia que está ahí en tus días anodinos, pero sin estar, como un cuadro en un pasillo de la oficina que solo reparamos en él cuando lo quitan para siempre porque se ha caído y roto”, escribe Ancín.

¿Habría que enterrar también nuestro yo digital?
La de objetos personales que dejamos ahora entre los vivos cuando morimos, pienso. Por todas partes, por muchas redes, hay trozos de nosotros —Javier Ancín

Es indudable que esta nueva manera en que concebimos la muerte nos hace cuestionar muchos significados propios de la vida. La trascendencia y la muerte digital son un fenómeno nuevo y que genera extrañeza, pero es casi imposible desconectarse de las vidas que tenemos en las plataformas.

¿Un mundo digital sin muertes?

La muerte digital claramente no es la preocupación primordial de los usuarios al momento de usar las redes sociales y entregar constantemente información personal -básicamente, entregar su vida. El fenómeno es reciente, pero no menor.

Según datos del portal canadiense The Loop, diez mil personas fallecen cada día en Facebook, obteniendo un total de 30 millones de usuarios muertos en los diez primeros años de la red social (2004-2014). Se piensa que en unos cuantos años más, Facebook será el cementerio con más muertos en el mundo.

Sin embargo, del total de estas estadísticas no todos “fallecen”, dentro del significado literal de la palabra pero si no decides dejar alguien a cargo de tu “testamento digital” muchos puede alcanzar la inmortalidad.

Si me muero y no dejo constancia para acabar con mis redes sociales, prácticamente sigo vivo en el mundo digital. Soy un usuario más, cualquiera se puede relacionar con mis cuentas sin ningún problema.

Es poco verosímil e incluso tétrico. Pero es un fenómeno social presente, que vivimos cada día, de manera inconsciente. Sólo pensar en qué pasará con nuestras contraseñas es un detalle que considerar, como lo planteó hace algunos años el especial «The secret life of password» en The New York Times.

Frente a esto, las compañías han tomado decisiones políticas y actúan permitiendo que los usuarios puedan decidir el futuro de sus vidas en redes sociales. Por ejemplo, Facebook permite que puedas entregar los permisos para que otros administren tu cuenta tras fallecer o que se convierta en un memorial para que los cercanos te recuerden y compartan para siempre contigo. “Los familiares, amigos o amantes vuelven a ocuparse del fallecido y a elaborar un culto por su muerte de un modo simbólico y afectivo”, expresa Márquez en su estudio.

La memoria es inmortal

La muerte no se oculta, no se la expulsa a hospitales y cementerios, sino que se exhibe públicamente, se comparte colectivamente, como se hacía en otras épocas —Israel Márquez

¿Qué busca el hombre con trascender?
– Aspira a la inmortalidad, dice Adriana Goñi.

Adriana Goñi (74) es antropóloga, académica de la Universidad de Chile y experta en antropología virtual y memoria colectiva. Ha dedicado los últimos años de su carrera a estudiar el comportamiento humano en Internet y ha establecido una fuerte conexión con la muerte digital y sus expresiones.

“El ser humano tiene la certeza de que puede estirar su vida y que la ciencia lo puede hacer inmortal. Esto te obliga a que sigas vivo digitalmente tras tu muerte”, expresa la antropóloga.

La vida tras la muerte es una decisión que toma popularidad en nuestra sociedad. Muchas personas han optado por mantener vivo el recuerdo de sus seres queridos a través de perfiles en memoria. Incluso, muchas madres intentan dar vida a sus pequeños que murieron prematuramente con cuentas de Instagram donde comparten imágenes de sus hijos. Son los perfiles reborn, usuarios que conmemoran a sus niños con muñecos de silicona con rasgos similares. De esta manera le conceden la vida que no pudieron disfrutar.

Adriana Goñi con Tea Tea.

“En el fondo, creo que son expresiones de duelo no cerrados”, explica Adriana Goñi.

Dentro del momento histórico que vivimos, ¿El deseo de inmortalizar la memoria es permitido por las plataformas de Internet?
– Absolutamente, claro, porque se plantea que tú no mueres mientras estás en la memoria de alguien. Y hoy la memoria es una memoria virtual, y te permite, realmente, inmortalizar a esa persona, dice Goñi analizando cada una de sus palabras.

La académica habla sobre muchas anécdotas cercanas con la muerte. La manera en que ella misma y sus familiares luchan por mantener la memoria que permite dar vida a los muertos. A esto se le suma el fuerte enfoque de su carrera profesional a los derechos humanos y a los detenidos desaparecidos en la dictadura chilena. La muerte es parte importante de su vida.

“No me ha tocado de personas que expresen que quieran trascender digitalmente, si los que sobreviven a la persona son los que lo hacen. Supongo yo que por algo evidente… por mantenerlo vivo en el fondo”, explica Goñi.

¿A usted le interesa hacer una trascendencia digital?
– Sí, a mi realmente me interesa. No yo como persona, sino que mi trabajo. Pienso que es un aporte en mi terreno. Y sí, lógico que quiero que trascienda.

¿A través de su trabajo solamente?
– Sí, de mi trabajo… Bueno, te confieso que me interesa mucho que los hijos de mis nietos sepan de mí. Y lo van a saber, por la foto de Instagram, por mi Facebook. Entonces, quiero que mis nietos y mis tataranietos me conozcan.

Entonces, ¿No cerraría sus redes sociales?
– No, yo de hecho ya tengo a uno de mis hijos como el encargado para que maneje (sus redes sociales) … Porque quiero que mis nietos me sigan contando sus cosas y todo.

¿Qué los hijos de sus nietos se hagan amigos de usted en Facebook?
– Por supuesto, claramente… claramente. Adriana Goñi se ríe de la situación.

Morir en red

Adriana Goñi se refirió a la cercanía de la muerte con sus experiencias cotidianas y, en especial, laborales. En esta área, la académica e investigadora ha estado presente en la lucha de los familiares de detenidos desaparecidos por encontrar a sus cercanos. Ellos nunca han dejado de existir gracias al fuerte ejercicio de memoria que han establecido sus madres, padres e hijos.

En Chile, durante los últimos años se han podido construir memoriales que permiten a los detenidos desaparecidos volver a la vida. Proyectos digitales como “La constelación de los caídos” o “Vivos recuerdos” permiten homenajear a estas personas y ampliar el ejercicio de memoria que realizan sus familiares.

Internet ofrece estos espacios. Construcciones modernas de ritos sociales que hacen trascender el significado de la muerte a un plano virtual. Muchos son los beneficios, desde el aspecto económico e incluso al emocional. Cada vez es más común que cercanos decidan generar estos espacios para sus fallecidos.

Al más puro estilo de Transcendence (película dirigida por Wally Pfister, 2014), Eterni.me busca crear avatares con la misma voz y rasgos físicos que el fallecido. De esta manera, la inteligencia artificial permitirá que el muerto pueda interactuar con futuras generaciones.

Cementerios virtuales, ciber memoriales (como este proyecto que se creó tras el atentado en Paris), perfiles eternos y un montón de otros proyectos más experimentales son parte de una expresión más abierta y social sobre la muerte. Una manera de trascender a la eternidad a pesar de morir físicamente.

Pero no todo es digital. Muchos colectivos y agrupaciones han querido diversificar la cosmovisión de la muerte en nuestra sociedad por medio de intervenciones sociales que permitan reflexionar sobre esto. Nadie se salva es un proyecto que invita a ver, escuchar, leer, escribir, rememorar, y actuar respecto a un tema que es incapaz de dejarnos indiferentes y en el que todos tenemos algo que decir. Colectivo Gamera es un equipo que realiza el arte inmersivo, y uno de sus proyectos más populares son los Encuentros Interdisciplinario de la Muerte (EIM). En tanto, El Velorio es una intervención que te permite experimentar las sensaciones de un muerto estando en su ataúd. También obras de teatros, como “Travesía”, que buscan levantar nuevamente el tema de la muerte.

Muchas son las expresiones actuales de morir en nuestros tiempos. La trascendencia digital ha permitido que hasta una taza de café traiga la muerte en su interior.

Café de la muerte

Hoy, todos podemos hacernos cargo de la muerte y entenderla desde una manera personal, pero también colectiva. La era digital ha permitido que los seres humanos estén más conectados con este fenómeno y que le entreguen un valor y significado distinto.

“Al final, hablar de la muerte es hablar de la vida”, expresa Matías Reeves, fundador del Café de la Muerte, y especialista en políticas públicas. “Hablar de la muerte te lleva a tocar el sentido de la vida”, agrega Reeves, quien junto a su socio Jorge Brownie crearon esta iniciativa en 2016 imitando al Death Café que conocieron en Londres.

Tomarse un café de la muerte significa encontrarse con otros a quienes no conoces y hablar de concepciones y experiencias personales con la muerte. “El propósito es difundir y naturalizar estas conversaciones sobre la muerte en la vida de las personas”, explica Reeves sobre su proyecto.

Las reuniones son una por cada mes y la experiencia es única, a pesar de que ya muchos se han vueltos clientes recurrentes del café. “Hay algunos que se han repetido varias veces, cuatro veces… Son los reincidentes del grupo”, dice entre risas su fundador.

Imagen publicada en el grupo de facebook Death Café Chile, donde comparten sus experiencias sobre la muerte.

El Café de la Muerte no es el único trabajo que realiza Proyecto Mokita. En su sitio web, podemos encontrar más de sus iniciativas , donde invitan a la gente a donar su cuerpo para la ciencia o buscan apoyo para realizar las primeras charlas TEDxLaMuerte en nuestro país, entre más actividades.

“El que seamos todos unos desconocidos te facilita el hablar sobre el tema, porque así no temes a que te cuestionen lo que digas” cuenta Reeves sobre la experiencia de participar en estos cafés. Respecto a cómo la gente se relaciona, Reeves lo divide en dos etapas: la primera donde la timidez reina y poca es la interacción entre la gente, y la segunda, donde ya pasado el tiempo es casi imposible dejar que conversen.

El tema que más se habla es el control. “El control sobre la muerte, dónde morir, dónde será el funeral, cómo será, cómo seré recordado”, explica Reeves. Existe mucha preocupación al respecto, la gente le gustaría poder controlar su muerte. Otros temas son el suicidio, la eutanasia, los medicamentos paliativos, la religión y el miedo.

Para Matías Reeves es indudable el cambio de mentalidad que han permitido las plataformas digitales sobre la muerte. “Al principio invitamos a conocidos, luego nos abrimos a un grupo de Facebook y dejamos que la gente llegara”, señala el fundador.

¿La comunicación digital ha ayudado a que la muerte ya no sea un tema tabú?
– Sí, claro es mucho más fácil hoy encontrar información, el problema es que hay información no tan buena, reflexiona Reeves.

***
Todos los 31 de octubre de cada año se celebra en gran parte del mundo la fiesta de Halloween, también conocida como la Noche de los Muertos. El 1 de Noviembre en Chile es llamado el día de Todos los Santos, donde como parte de un ritual anual, la gente acude a los cementerios a visitar a sus muertos, para mantener el contacto con ellos, con lo que fueron, con lo que fue su vida. Formas de recordar, que están en proceso de transformación a partir de nuestras huellas digitales de vida, memorias cada vez más multimedia de nuestro paso por las redes sociales y otras plataformas donde reside nuestra vida virtual y nuestras identidades cada vez más digitales.

CRÉDITOS


Agradecimientos:
Adriana Goñi
Matías Reeves 
Imágenes:
Cementerio General
Café de la Muerte

 

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