Llega un viejito a hablar con el profesor de anatomía Miguel Soto y le dice que quiere donar su cuerpo a la ciencia. Firman papeles, se toman un vinito juntos y el viejo ya sabe dónde va a quedar su cuerpo cuando muera: en Anatomía La Clandesta, un subterráneo congelado de la Universidad de Chile donde se almacena material cadavérico para que los estudiantes de la salud puedan estudiar.
Este es el relato de un detallado recorrido por las diferentes salas de almacenamiento de cuerpos, piernas, cabezas y fetos, que en vez de ir al cementerio se quedan en esta morgue eterna durante 4 o 5 décadas.