Luego de las movilizaciones feministas que marcaron el año 2018, las universidades del país se enfrentaron a un nuevo desafío: crear y actualizar protocolos que tipifiquen el acoso, el abuso y acciones de violencia sexual en recintos educacionales. En este contexto, y casi un año después de la ola feminista, Mariana Gaba es la nueva directora del Departamento de Género UDP. La psicóloga argentina y magíster en Psicología Organizacional y Empresarial, ha trabajado como consultora en Comunidad Mujer, además de haber sido docente por 10 años en la Universidad de Buenos Aires, donde también estudió.
Los inicios en el feminismo de Mariana se remontan a su época de estudiante de psicología. En ese entonces, la Universidad de Buenos Aires se caracterizaba, según Gaba, por tener una carrera de psicología extremadamente orientada al psicoanálisis y por consiguiente freudiana. “Yo me leí los libros de Freud, los 15 tomos, y tengo recuerdos de haber cursado un ramo de psicología grupal en donde invitaron a una docente que habló sobre temas de género. Habló sobre el mito del amor romántico en ciertos lugares de la mujer, y fue un momento donde hice clic, dije: Esto le da sentido a todas las cosas que yo vengo sintiendo.» A Mariana le incomodaba que a la hora de rendir examen, la materia incluyese frases como “todas las personas trans son perversas” o “el súper yo de las mujeres es más débil”. Fue ahí cuando la psicóloga se enteró de que existía un curso optativo que se llamaba “Educación, estudios de género”. “Lo tomé para probar. Y bueno, me voló la cabeza”, recuerda.
NORMATIVA CONTRA LA VIOLENCIA SEXUAL
—¿Cómo se desarrolló la idea de crear un Departamento de Género?
— Claramente lo que hizo que se tomara la decisión, tiene que ver con la movilización del año pasado. Uno de los documentos que yo tengo como guía de trabajo es el acuerdo que se hizo para el cierre de los paros. Es un documento que tiene 26 puntos y está firmado por rectoría, por vicerrectoría, y donde participaron las asambleas feministas. Uno de los puntos de ese documento era el acuerdo de crear un Departamento de Género con presupuesto de instalación. Entonces, lo que catalizó esto tuvo que ver con las movilizaciones.
Antes de que yo llegara ya había un trabajo previo, es decir, trabajar temas de género y diversidad sexual en la UDP no es algo nuevo. Hay montones de profesores, docentes y funcionarios que venían trabajando en esto. La normativa, por ejemplo, con todas las fallas que puede tener, existía y se lanzó a mediados del 2017. La política para el uso del nombre social para estudiantes trans, también se creó en el 2017.
Mi idea no es que un área acapare los temas, sino que sea un catalizador, entonces ahí donde hay interés, motivar, colaborar, impulsar, y donde no hay tanto interés hacer que el interés aparezca.
—¿Cómo funciona el Departamento de Género? ¿Cuál es su función principal?
—El Departamento de Género se inaugura con mi ingreso que es a mediados de noviembre (2018). El objetivo del Departamento de Género tiene que ver con dos ejes. Por un lado, transversalizar el enfoque de género, y colaborar en este proyecto por una educación no sexista. Entonces, en esa línea para el año que viene el plan de trabajo tiene que ver con una cultura libre de violencia y discriminación, junto a una línea fuerte de trabajo que esté vinculada con la normativa, mecanismos institucionales para reconocer y sancionar las conductas que no están permitidas. Eso implica educar, sensibilizar y establecer reglas claras. Por otro lado, tenemos una línea de trabajo con desarrollo docente, donde me contacto con facultades y con el área de desarrollo docente para ver cómo podemos ir incorporando estos enfoques en los talleres que tienen los profesores.
Entonces, básicamente yo voy levantando cuáles son los procesos que existen: el desarrollo docente, la innovación curricular, el bienestar estudiantil. Mi rol es ir viendo qué están haciendo y soy la encargada de decirles a todos “¿pensaron en este enfoque? ¿reflexionaron sobre la experiencia diferencial entre hombres y mujeres? ¿están incorporando la experiencia de la disidencia sexual? ¿qué pasa con los estudiantes trans, con estudiantes homosexuales, lesbianas o con expresiones de género que no se conforman con el estatus?”
—¿Cómo cree que van a recibir los estudiantes nuevos y los antiguos esta iniciativa?
—Yo me contacté con todas las asambleas feministas, pero es entendible, después de lo movido que estuvo el año, cuando llegué a mediados de noviembre era un momento poco apto para que me dijeran «te voy a dedicar todo el tiempo del mundo para que conversemos». Entonces, no he tenido ningún encuentro ni formal, ni informal con estudiantes, líderes de asambleas feministas y centros de estudiantes (…) Por ahora creo que la normativa va a ser muy bien recibida, pero también sé que va a haber montones de críticas, y ahí yo voy a tener que estar articulando. Entiendo que podemos ser criticados de conformistas y de no estar empujando o presionando lo suficiente, pero eso tiene que ver con la riqueza del movimiento, y creo que yo voy a estar ahí gestionando todas las tensiones, va a ser un lugar interesante.
Ahora, yo estuve en el cambio de mando de la federación, asumió una federación toda integrada por mujeres, todas con sus pañuelos verdes, todas usando el lenguaje inclusivo. Yo estaba feliz, más feliz no puedo estar, o sea tener esa interlocución que sé que va a ser desafiante, pero lo asumo, a mí me encanta.
LOS CAMBIOS QUE TRAE EL NUEVO PROTOCOLO
—En el tema del protocolo ¿Qué es lo que más cambió entre el protocolo antiguo y el nuevo?
—A mi criterio no es que haya cambios radicales. Yo creo que lo que hay es una ampliación y un intento de mejoramiento, porque como todo procedimiento uno se va dando cuenta de las fallas cuando empiezan a aparecer los casos. Porque uno dice «esto funciona bien», teóricamente lo vemos y después aparecen los casos de carne y hueso. Ahí uno se da cuenta que el protocolo deja afuera algunas cosas.
El protocolo antes era de prevención y sanción de acciones de violencia sexual, ahora es de sanción y prevención de acciones de discriminación, violencia sexual y de género. Entonces se amplía, no se reduce solamente a la violencia sexual, lo que pasa es que ahora está explicitado todo lo que tiene que ver con acciones de discriminación y violencia hacia las diversidades sexuales. Por eso tengo que trabajar mucho en generar una cultura donde más que prohibir decir cosas, me encantaría que las personas entiendan el peso que tiene repetir ciertas palabras. Y obviamente que hay contextos, hay entonaciones, hay símbolos de poder. No es lo mismo que yo diga en la conversación con ustedes «Detrás de un gran hombre hay una gran mujer», a que un docente en su rol de poder a la hora de impartir conocimiento vincule un contenido súper sexista, y que para poder aprobar uno tenga que repetir ese contenido sin ningún cuestionamiento.
—¿Y eso tiene que ver con quizás difundir un poco más el protocolo?
—El protocolo tiene una función, que es trabajar en los casos donde todo falló, donde fallaron todos los demás mecanismos. Ahí hay una tensión entre el nivel individual y el nivel colectivo, porque en mi experiencia yo sistematicé todas las denuncias que hay desde que está el protocolo. En total son 24 denuncias, sabemos que hay muchas más, pero comparado con otras universidades no es tanto. Entonces, uno dice bueno, si yo difundo mucho el protocolo ¿Van a aumentar las denuncias? Porque las personas entienden el procedimiento, ven que hay garantías, saben que esto tiene un impacto, entonces se empoderan y denuncian más. Tenemos que ver qué pasa. Lo que a mí me gustaría es generar condiciones para que se denuncie los casos donde no existen diálogos posibles.
Si yo vivo una situación de violencia sexual, con un docente, con un funcionario, con un compañero, yo no le puedo pedir a esa persona que se siente a conversar con la otra persona para explicarle por qué esa conducta de abuso no corresponde, porque ahí casi hay un delito. Es distinto cuando estás en una sala de clases, porque ahí hay una instancia para el aprendizaje, entonces ¿cómo lo hago para que un profesor pueda aprender e incorporar cada vez más distintas herramientas para entender lo valioso que es mostrar diversidad en sus ejemplos?
Se tiene que trabajar con el equipo docente para abrir puertas y recibir comentarios, porque yo puedo hacer 300 talleres teóricos pero el aprendizaje se va a dar con la práctica, trabajando con los estudiantes, construyendo una comunidad donde estos temas se puedan conversar.