El profesor Marcelo Santos vive en un sector de Las Condes donde la electricidad lleva más de una semana interrumpida, tras el temporal de viento y lluvia del 1 de agosto. Aquí, desde su alma brasileña y con la paciencia agotada, relata cómo ha enfrentado este problema que aún mantiene a miles de chilenos de varias comunas sin luz y que ha puesto en tela de juicio a ENEL.
Por Marcelo Santos*
9 de Agosto de 2024
Para nuestra comunidad de 51 casas, la noche de la tormenta de jueves 1 de agosto todavía no termina. Con el servicio eléctrico aún interrumpido, seguimos soportando el frío, la oscuridad y una ruptura de la rutina que no es fácil de extender por más de una semana.
No somos los únicos. Sabemos que todavía hay cientos o miles de chilenos privados de este servicio tan fundamental. Hemos vivido sin luz y sin calefacción durante los días más fríos del invierno. Muchos de mis vecinos dependen de la calefacción eléctrica, algunos no tienen otro tipo de calefacción de emergencia. Varios se arrancan donde hay calorcito, donde los suegros, las hermanas o quien pueda recibir un par de adultos y unos cachorros enfriados. Sin embargo, me sale el alma brasileña que me habita insistentemente, y pienso en una samba de Adoniran Barbosa:
“No reclames
Pues la lluvia solo se llevó tu cama
No reclames
Aguanta, João
Que mañana levantarás una choza mucho mejor”
Pero sí, reclamo. ENEL dice que repondrán la luz el sábado a las 10:30.
Nº de reclamo 646156128.
Hemos aprendido, en una sociedad en que los servicios públicos son gestionados por concesionarios con fines de lucro, que hay que gritar para ser oído por algo que no sea un robot movido con estupidez artificial. Pienso en otros carnavales, como los de Jackson do Pandeiro, quien canta repetidamente, como un mantra, “quien no llora no mama”, mientras en mi comunidad algunos vecinos están complicados, porque sus remedios necesitan refrigeración. Otros se quedan horas en el auto usando el celular y cargándolo con el USB.
Sí, reclamo. ENEL me dice que repondrán la luz sábado a las 19:00.
Nº de reclamo 645516275.
Reclamo porque tengo memoria. Porque recuerdo a la expresidenta Michelle Bachelet en su posición de impotencia tras el terremoto de 27F, “pidiendo” a las concesionarias, casi que por favor que trabajaran para reponer sus servicios. Me acuerdo de eso cuando leo que el negocio del servicio público de suministro eléctrico concesionado para los privados que gestiona ENEL cierra junio con ganancias de $250 mil millones.
A los dos días sin luz, los alimentos ya se echaron a perder o fueron donados o cocinados. Qué manera de comer congelados. Los cafés de la zona prosperan con vecinos sedientos por un enchufe para sus computadores. La aceptación de la emergencia va dando lugar a emociones como la rabia y la impotencia. La alcaldesa Daniela Peñaloza puede hacer el show que quiera, pero su poder de injerencia en esta cuestión no va mucho más allá de un tweet.
Sí, reclamo. ENEL me dice que repondrán la luz el domingo antes del fin del día.
Nº de reclamo 646103688.
Reclamo porque hay guaguas, hay niñas y niños, hay mayores de edad, hay profesionales que trabajan desde la casa. Reclamo porque, en última instancia, somos todos electrodependientes, desde el lujito del jugo de naranja hasta la obviedad del alumbrado, de la importancia de un secador de pelo en invierno hasta la cotidianeidad del horno eléctrico. Ahora me doy cuenta de que uno da por sentado todo eso y, tal vez, uno o dos días sin luz pueden pasar colados, pero luego ya empieza a limitar de sobremanera el rango de posibilidades no solo domésticas y profesionales, también del tan subvalorado ocio. Cómo explicar ahora el asco al ver los constantes avisos de ENEL, donde promociona su calefacción eléctrica con todos sus atributos y ventajas.
Sí, reclamo. ENEL me dice que repondrán la luz lunes durante el día.
Nº de reclamo 646629828.
Nos reímos un poco los vecinos. Porque sabemos la magnitud de lo sucedido. Entendemos. Lo que no entendemos es que ENEL nos diga que ya está solucionado el problema. De tanto comer la comida que solo sirve para el día, ya echamos de menos la lechuga, quién lo diría.
Sí. reclamo. ENEL me dice que martes estará solucionado el problema.
Nº de reclamo 646100376.
Viene una cuadrilla a limpiar los árboles caídos y tratar de mitigar peligros con los cables por el suelo. La vecindad se llena de esperanza: “Por fis avisen por si puedo regresar hoy a mi casa”.
Sí, reclamo. ENEL me dice que miércoles estará solucionado el problema
Nº de reclamo 646082481.
Hasta la televisión nos pesca más que ENEL: Canal 13, CHV. Nuestra comunidad nunca había sido tan visible para todo Chile. Menos para ENEL. La ropa sucia ya se acumula y hay que arrancar a otro lado o lavar en frío, a la antigua. Y secar con cero grados afuera. Agradezco todos los días no haber cambiado mi calefón por uno eléctrico.
Sí, reclamo. Porque ENEL dice que hay escasez de postes. Sin postes, no hay luz.
Nº de reclamo 646518139.
Técnicos de ENEL proponen una solución inmediata, mientras esperamos superar la escasez de postes. Conectar los dos lados por separado. Solo algunos vecinos seguirían sin luz. Toda la comunidad se moviliza para apoyar a los vecinos con extensiones. Bajamos los automáticos en modo de emergencia, porque el retorno de la luz parece inminente. Por fin puse todos mis pantalones en la ropa sucia. Llevamos dos canastos completos acumulados tras un par de lavados de emergencia durante la semana, facilitado por mis suegros. Se arma un asado para celebrar, en el mejor estilo malón, el viernes por la tarde.
Sí, reclamo. Porque según ENEL ya está solucionado el problema. Pero no está.
Nº de reclamo 643926827.
Nº de reclamo 646667303.
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Nº de reclamo 646409084.
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Nº de reclamo 642785069.
Nº de reclamo 64673006.
Completamos una semana sin luz. Mucho da para pensar, pero está difícil pensar en la oscuridad. El espíritu de los vecinos oscila constantemente entre las ideas constructivas y la rabia destructiva, con tintes de desánimo profundo, sensación de impotencia ante una institucionalidad inoperante y deshumanizada, y la incertidumbre de un laberinto de mala información, respuestas incoherentes, debates con robots de WhatsApp y mucha, pero mucha incomodidad en el día a día. El trabajo y el ocio relegados a segundo plano con las nuevas complejidades de vaivenes para cargar, enchufar, calentar, lavar, secar, comer, ver.
Desde mi oficina, arranco rápidamente para mi casa, antes de que se vaya la luz del día, porque no hay mayor confusión que llegar en la casa a oscuras, recordar dónde está el cable del cargador, dónde está la billetera, la llave del auto, pero, más que nada, dónde habrá quedado la maldita linterna cuando ya se agotó la batería de mi celular hace un par de horas.
Quién sabe si mañana llega la luz y el asado puede ser acompañado nuevamente por verduras y otras cosas frescas. Capaz que ni carne aparezca por la parrilla. Ya no hay paciencia. De no volver la luz, lo más probable es que llevemos la parrilla, las ramas caídas y todo lo demás a la esquina, a cerrar calles, a calentar los cuerpos desanimados tras mucha resiliencia, con un buen fuego en alguna esquina capitalina, a ver si se escucha de lejos el reclamo del humo.
(*) Marcelo Santos, nacido en Sao Paulo, Brasil, es académico de la Escuela de Periodismo de la UDP, Doctor y magíster en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Católica de Chile, Magíster en Semiótica y licenciado en Comunicación Social. También es investigador de CICLOS UDP e investigador adjunto del Núcleo Milenio para el Estudio de la Política, Opinión Pública y Medios en Chile (MEPOP), y sus temas se centran en la comunicación política y más específicamente el cruce entre tecnologías digitales y democracia.
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