Empoderada, exigente, perfeccionista, dedicada, disciplinada y con mucho carácter son algunas de las características de la boxeadora valdiviana que tendrá la ansiada oportunidad de pelear por el título mundial supermosca de la Federación Internacional de Boxeo (FIB) el próximo 15 de julio en San Pedro, Argentina.
Por Daniel Madariaga
8 de Julio de 2021
El sábado 16 de marzo del 2013 Daniela Asenjo llegaba al Club Independiente de la ciudad de Neuquén, en la Patagonia argentina. Hace algunos meses había tenido su primer combate profesional, en su ciudad natal, pero esta vez le tocaba ser visitante por primera vez en el profesionalismo. En su récord ostentaba una victoria, ante la argentina Jorgelina Obregón, y un empate, frente a la también trasandina María Magdalena Rivera.
Se acercaba la hora de la pelea que la enfrentaría nuevamente con Obregón. Asenjo, acompañada de su entrenador y pareja Alejandro Concha, esperaba ansiosa la hora de que empezara la pelea. De pronto, apareció el promotor y excampeón mundial de boxeo argentino Bruno Godoy.
-¿Cuál es su apodo de combate?- les preguntó Godoy.
-No tenemos- respondieron Daniela y Alejandro.
-¿Cómo no va a tener apodo de combate? Tiene que tener para el show- le replicaron.
Godoy, que había visto pelear a la valdiviana, dijo que Daniela tenía rasgos faciales bien definidos, que era aguerrida a la hora de pelear, que era como una leona.
-Ya, bueno. Déjelo así- dijo Daniela.
“Me presentaron como La Leona allá en Argentina y me acomodó el apodo. Yo he sido siempre de la Universidad de Chile, así que ahí quedó. Hay gente que ni siquiera sabe que me llamo Daniela y me dice Leona, así que ya está”, cuenta Daniela Asenjo.
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Daniela Elizabeth Asenjo Garrido nació el sábado 2 de marzo de 1991 en el Hospital Base de Valdivia. Sandra Garrido, su madre, cuenta que el día anterior se fue al hospital acompañada de su suegro, ya que Hugo Asenjo, papá de Daniela, estaba en Puerto Montt por trabajo. “Era gigante, pesaba como 4 kilos y era cabezona. Era muy linda”, recuerda la madre.
A sus cinco años y en medio de un acto navideño en el colegio, Daniela era un ángel del pesebre. Una niña tranquila, pero tenía un compañero que la molestaba. Y ese día, él le pegó.
Tras lo ocurrido, Daniela recibió una advertencia por parte de Nancy, su hermana mayor: “Si no te defiendes mañana, te voy a pegar más fuerte en la casa”, le dijo. “Al otro día llegué al colegio, mi compañero me molestó, y lo primero que hice fue agarrarlo del cuello, lo di vuelta y lo tiré contra una pandereta, lo dejé todo embarrado. Creo que me fui un poquito al chancho”, recuerda entre risas la boxeadora.
Su vida no siempre estuvo ligada al deporte. Su mamá cantaba y su papá tocaba flauta traversa. Eso la llevó a dedicar gran parte de su vida a la música. Estudió en el colegio musical Juan Sebastián Bach, en Valdivia, donde entró a los 7 años, y un año más tarde ya era parte de la orquesta, donde fue primer violín. Entraba a clases a las 8:30 de la mañana y, en ocasiones, estaba en el colegio hasta las 21 horas.
“Yo escucho música todo el día. Siento que no podría vivir sin música”, afirma Daniela. Tal fue el talento que desarrolló la ahora boxeadora, que cada vez que sus profesoras necesitaban a alguien que tocara el violín la llamaban. “La invitaban a eventos, a matrimonios, a velorios importantes. A donde la llamaran, para allá partía la Dani”, recuerda su madre. Tal era el gusto por la música, que Daniela participó en diversos grupos, incluso en una Estudiantina. Y si bien el violín era su instrumento de base, también aprendió a tocar piano, teclado electrónico, guitarra acústica y eléctrica.
Y si bien reconoce que desde pequeña tuvo una vida sedentaria, siempre estuvo interesada en el boxeo. Sus primeros acercamientos a los combates los tuvo con su fallecido abuelo materno. “Le gustaba mucho el boxeo, veíamos en la tele, me enseñaba a esquivar y tirar golpes. No era muy bueno, pero mis primeros indicios de boxeo los tengo con él”, comenta La Leona.
A los 15 años fue a un club cercano a su casa, ya que quería hacer un deporte que se practicara de manera individual y que fuera de contacto. En ese momento le dijeron que no entrenaban mujeres, debido a que el ambiente del club no era propicio para una mujer.
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Sus cercanos la destacan por ser una mujer con mucho carácter y disciplinada. Eso la llevó a no rendirse y seguir buscando espacios para poder hacer lo que quería. Tras salir del colegio, decidió estudiar Psicopedagogía en el Inacap de Valdivia. En un principio no conocía muy bien la carrera, pero con el tiempo se fue encantando con ella. Se tituló y comenzó a trabajar en el Hampton College de Valdivia.
“Yo la describiría como una mujer empoderada, muy amiga de sus amigos, comprometida. Tiene mucha garra la Dani. Siempre tira para arriba, es súper optimista. Es una persona súper alegre”, dice su primo, Boris Henríquez.
Junto a su abuelo materno, Boris es uno de los grandes motivadores para que Daniela se dedicara al boxeo. Y además fue determinante para que La Leona se sumara al Club KO, gimnasio de propiedad del entrenador Alejandro Concha. Daniela comenzó sus entrenamientos a los 19 años, momento en que Alejandro tenía 35. En un principio mantuvieron una relación de entrenador-alumna, la que derivó en una “muy buena” amistad. Con el tiempo sus intereses se fueron cruzando, había admiración y se llevaban muy bien. Luego de estar un año entrenando juntos, comenzaron su relación de pareja, la que aclaran, queda suspendida cuando entran al gimnasio.
“Ahora que nuestra vida es el boxeo, estamos casi todo el día juntos, entonces eso demuestra que nos llevamos muy bien, nos tenemos mucha paciencia. Además, tenemos claro los roles. En la casa es Jano, pero en el gimnasio es el profe”, asegura Daniela.
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“Es complicado, siempre cuesta. Estás las 24 horas del día con la persona. A veces se mezclan las cosas, aunque tratamos de no hacerlo”, expresa Alejandro Concha.
Al principio, Daniela no se dedicó únicamente al boxeo. Junto con este deporte, comenzó practicando Kick-Boxing, en el que obtuvo un título nacional y dos títulos sudamericanos, pero que dejó posteriormente al profesionalizar su carrera como boxeadora.
Tras seis meses de entrenamiento en el box, Daniela tuvo su primera pelea. “Nos amanecimos cociendo su primera falda. Estábamos nerviosos, porque la habíamos visto entrenar, pero nunca pelear”, recuerda su mamá. Luego de 15 victorias en el amateurismo, Daniela y Alejandro sintieron que ya habían tocado techo: era momento de profesionalizar su carrera. En ese momento, Carolina Krespita Rodríguez era la única boxeadora profesional chilena. Dani sería la segunda, un universo muy acotado que obligaba a La Leona a internacionalizar su carrera.
Debutó y ganó contra la argentina Jorgelina Obregón en el Gimnasio Gil de Castro en Valdivia. Luego, en el mismo recinto, empató contra la también trasandina María Magdalena Rivera, para luego cruzar la cordillera, pelear nuevamente con Obregón, vencerla y volver a Chile como La Leona.
Hoy, Asenjo está ad portas de disputar el título mundial, está en la tercera posición en el ranking de la FIB en la categoría supermosca y poco a poco se está haciendo más conocida, pero el camino ha sido largo y muy trabajado.
“De las 16 peleas de la Daniela, 9 las organizamos nosotros en Valdivia. Todo se organizaba en el ámbito familiar. Como circo pobre, todos hacían de todo. Las primeras veces era organizar y luego pelear. A veces la Dani peleaba de fondo a las 22:00 horas, y a las 19:00 horas ella estaba en un tercer piso acarreando sillas. Era lo que había que hacer. En el momento te generaba estrés, pero ahora uno se ríe”, cuenta Alejandro Concha.
Muchas veces Daniela tuvo que sacar dinero de su propio bolsillo para costear los gastos que implica hacer un evento. Alejandro Concha y Hugo Asenjo armaban el ring, las hermanas y la mamá de Alejandro vendían comida, la mamá de Daniela se apostaba en la boletería y las hermanas ejercían como ring girls.
“De repente la Dani decía: ´¿papi tienes plata`. Les faltaba para pagar las cosas, traer gente, iluminación, el arriendo del lugar. Había que meterse la mano al bolsillo para cubrir los gastos. Pero ha valido la pena porque ella ha sido feliz”, relata Sandra Garrido.
El 9 de diciembre del 2017, Daniela tuvo su primera pelea en el Gran Arena Monticello de San Francisco de Mostazal. Ella e Isis Mascareña eran las únicas dos boxeadoras de la categoría supermosca en el país, por lo que decidieron organizar una pelea por el título nacional.
La pelea fue dividida. Mascareña tuvo una primera mitad favorable, pero luego La Leona equiparó el combate. De principio a fin fue una pelea muy igualada, tanto para el público como para dos de los tres jueces. El juez Jorge Tripodi marcó “Mascareña 80 – 72 Asenjo” en su tarjeta. Tras conocerse los resultados, el público hizo sentir su desaprobación ante la decisión.
Las pifias contra La Diosa Mascareña comenzaron a escucharse rápidamente, mientras que Daniela, que sentía que las tarjetas no se condecían con lo ocurrido en el cuadrilátero, se fue a su camarín, donde lloró durante largos minutos. Sin embargo, al salir del camarín Daniela se llevó el gran premio de la noche: el público presente se puso de pie y la aplaudió.
“Fue demasiada la diferencia. Hicimos una apelación a la Federación y dieron una revancha para febrero”, explica Asenjo.
Llegó febrero del 2018. Mismo escenario, misma rival, mismo anhelo. Tras 10 rounds de dos minutos cada uno, las tarjetas de los jueces le dieron la victoria a Daniela. De paso, se convirtió en el primer combate televisado que ha tenido La Leona.
Tras haber tenido dos meses de vacaciones de verano, haber elevado notablemente su nivel y vencer a Isis Mascareña por el título nacional, Daniela se dio cuenta de que, sí quería ser profesional y para ser la mejor boxeadora del mundo, debía dejar de lado la psicopedagogía. Así, luego de tres años de ejercicio, el 2018 tomó la decisión de dejar parcialmente la docencia. Si bien se fue del colegio donde trabajaba, comenzó a hacer clases en su querido Club KO. “Empecé y me di cuenta que me gustaba hacerlo, que aprendía cuando entrenaba, empecé a mejorar muchas cosas. Lo que no estoy haciendo como psicopedagoga en el colegio, lo estoy haciendo en el gimnasio con los alumnos”, detalla La Leona.
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Fue haciendo clases que conoció a Genoveva Candia. Ella llegó al club acompañando a una amiga y rápidamente se enamoró del boxeo. Según Genoveva, las cualidades que tiene Daniela para enseñar le abrieron el camino para entrar en el mundo de los combates, ya que más que dirigir, Daniela enseña y se involucra en los entrenamientos. Eso fue hace aproximadamente dos años atrás. Hoy Asenjo y Candia no son solo entrenadora y alumna, sino que también grandes amigas. “Siento que cuando hablo de la Dani, lo hablo con mucha pasión, porque aparte de ser mi amiga y mi entrenadora es mi ídolo. Yo de verdad la idolatro. Todo lo que sé lo aprendí de ella”, asegura Candia.
Tras el estallido social del 18 de octubre de 2019, La Leona también hizo sentir su fuerza en la discusión pública. “Si siento que algo no está bien, no soy de no tomar una postura y quedarme piola. Yo tengo que hablar, eso está conmigo” dice Asenjo. Ante la negativa del municipio valdiviano para organizar una consulta ciudadana que recogiera la postura de los vecinos frente a una nueva Constitución, La Leona junto a un concejal de la comuna y otras personalidades locales, gestionaron un proceso similar, pero autoconvocado. Además, tras la victoria del Apruebo, dos partidos políticos le ofrecieron postularse para la Convención Constituyente, pero Daniela se negó, ya que eso le impediría seguir con su carrera deportiva.
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El 18 de mayo del 2018 Daniela tenía pactada una pelea frente a la argentina Débora Dionicius por el título mundial de la FIB de la categoría peso supermosca, pero una lesión cervical la obligó a bajarse de la pelea una semana antes. Luego, tras una serie de reprogramaciones y el posterior inicio de la pandemia, el combate por el título mundial de la AMB frente a la mexicana Maribel Ramírez se canceló.
Ahora, La Leona tiene la oportunidad de cobrarse revancha por esas dos oportunidades que no se lograron concretar y obtener el título mundial de la FIB. El próximo 15 de julio en San Pedro, Argentina, visitará a Micaela Luján en un paso más hacia la conquista de su sueño: ser la mejor boxeadora del mundo.
Por Rayén Carvajal y Amaya Véliz