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Jon Lee Anderson y su mirada sobre el gobierno de Boric: “No le han dado ni un respiro”
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Jon Lee Anderson y su mirada sobre el gobierno de Boric: “No le han dado ni un respiro”

En entrevista con Vergara 240, el periodista norteamericano, conocido por su larga trayectoria cubriendo conflictos en África, Medio Oriente, Europa y América Latina, repasa su historia, analizando los nuevos liderazgos en la región y también la situación de Chile. “Siempre me ha interesado ser testigo de la historia de mi tiempo”, reconoce.

Por Antonella Cicarelli

26 de Octubre de 2023

Con sesenta y seis años, la carrera de Jon Lee Anderson no para. El periodista de la prestigiosa revista The New Yorker, se sube y baja de los aviones para recorrer continentes, y sus guerras, golpes de estado, tragedias, movimientos subversivos, guerrillas, dictaduras o para conocer líderes famosos para perfilar.

Jon Lee Anderson nació en California en 1957 y describe su infancia como “nómade”. Su padre era asesor agrícola del Departamento de Estado, un trabajo que lo hizo vivir en muchos lugares del mundo. Corea del Sur fue el primer destino de Jon Lee Anderson, después vinieron Colombia y Taiwán.

Dice que nunca tuvo claro que quería ser periodista pero sabía que quería escribir, algo que hacía desde adolescente. Cayó por casualidad en el periodismo a los 22 años. Viajaba solo por Perú y leyó en un diario de Lima que necesitaban reporteros. Se presentó y le dieron su primer trabajo como reportero del Lima Times.

Invitado por la Cátedra Unesco, organizada por la Escuela de Periodismo de la Universidad Diego Portales, realizó un conversatorio donde relató su experiencia entrevistando a Augusto Pinochet, tanto en Chile como en Londres en 1998, uno de sus trabajos más reconocidos.

 

Buscando su propia voz

Después de su paso por Perú, Jon Lee Anderson trabajó dos años para un columnista con base en Washington. Fue ahí cuando le empezó a interesar el poder político. A principios de los ‘80, con el arranque de las guerras civiles en Centroamérica, logró convencer a su jefe para que lo enviara a esas zonas a reportear. Estuvo en Nicaragua, Guatemala, Granada y El Salvador. Ahí llegó a la revista Time, donde era corresponsal. Al poco andar, se dio cuenta que no le interesaba adaptar su escritura a un formato que no era el suyo. 

 

¿Cómo dejaste la revista Time?

-Mi hermano menor, que se dedicaba a escribir novelas que nunca fueron publicadas, consiguió un adelanto para un libro, inspirado en una serie de investigación que había hecho yo. Hicimos ese libro juntos. Era una investigación de organizaciones extremistas de ultraderecha. A partir de ahí nos dieron un nuevo adelanto para hacer otro libro. Y ahí es cuando abandoné Time para ir con él por el mundo a conocer la vida en cinco diferentes guerras. El Salvador, Irlanda del Norte, Israel-Palestina, Uganda y Sri Lanka. El libro fue una historia oral, tanto de víctimas como victimarios. Después hice mi primer libro solo, que se llama “Guerrillas”. Recorrí el mundo conviviendo con guerrillas, en un esfuerzo para entender de donde surgían. Son personas que decidieron pertenecer a una guerrilla por una idea religiosa, filosófica, social, política o por una sensación de injusticia. Y decidieron quitar vidas y arriesgar la suya por este ideal.  

 

¿Cómo lograste llegar a esa gente?

-Yo ya tenía algunos contactos. En El Salvador ya sabía cómo conectarme con la guerrilla por haber estado reporteando ahí un par de años. El lío en ese momento en El Salvador era que si el Ejército sabía que tú ibas a encuentros con guerrilleros, eran capaces de matarte, cosa que habían hecho con varios periodistas. En Irlanda del Norte era una guerrilla urbana e hicimos una conexión a través de un autor irlandés que nos quería ayudar y me dijo: “Cuando estés en Belfast, ponte en contacto con mi amigo Francis”, y Francis era nuestra conexión con el IRA (Ejército Republicano Armado): los terroristas católicos, republicanos. 

A veces había momentos de mucho peligro. Una vez llegamos al líder de los Tigres Tamiles en Sri Lanka, un grupo secesionista muy radical y extremista. Pero el gobierno era igual de extremista, mataba a mucha gente. Llegamos al campamento a través de un cura católico y vimos que el líder era un psicópata. Nos dimos cuenta de que estábamos en peligro y tuvimos que utilizar mañas para salir de ahí. Al poco tiempo lo mataron (al líder), y al cura también. 

 

¿Alguna vez has pensado en retroceder y decir: creo que esto es demasiado para mí? 

-Nunca se me ocurrió echar para atrás una historia como tal. A veces uno se pregunta después por qué ha sido tan tonto de exponerse.

Portada del libro "Guerrillas" de Jon Lee Anderson

Los personajes y el poder

La primera biografía que hizo Jon Lee Anderson fue la de Ernesto ‘Che’ Guevara, en la que trabajó cinco años, convirtiéndose en uno de sus libros más celebrados. Fue con este trabajo que comenzó su currículum en la revista The New Yorker. Desde entonces, ha retratado a varios personajes de la actualidad como Gabriel García Marquez, Hugo Chávez, el rey Juan Carlos, Fidel Castro, y Augusto Pinochet en 1998, un perfil que, se dice, alertó al juez Baltazar Garzón para que se dictara la orden de detención para capturarlo en Londres.

 

¿Fue con el perfil de Augusto Pinochet que te estableciste en The New Yorker?

-Prácticamente sí. La primera pieza que publiqué fue un diario de Cuba sobre mis vivencias en la isla. Después, me pidieron que hiciera un perfil del Rey Juan Carlos, yo contrapropuse el de Pinochet y me dijeron: “interesante, pero tenemos una edición sobre Europa y quisiéramos que tú hagas el perfil del rey Juan Carlos”. Así que lo hice y creo que justo antes de Pinochet, me salió la posibilidad de volver a Liberia, que estaba en manos de un déspota sanguinario que había llegado a la presidencia después de librar una guerra civil muy cruenta. Esa fue mi tercera pieza, y después vino Pinochet que fue el que más resonó, por supuesto.

 

En el perfil no solo hablas de Pinochet, sino que también hablas de Chile en ese entonces. Ahora que has estado algunas semanas acá, ¿Cómo crees que ha cambiado la sociedad chilena desde que hiciste este perfil de Pinochet hace 25 años? 

-No, no es igual, pero aún no ha soltado la sombra de Pinochet del todo. Una de las cosas que me interesó fue darme cuenta por un sondeo publicado en la época, que la sociedad chilena en el año 98 estaba muy dividida en torno a Pinochet. Buena parte lo detestaba a muerte, pero un 38% lo veneraba. Nadie era indiferente a Pinochet. Eso cambió después, curiosamente no por constatarse que había matado gente, algo que podían haber constatado hacía años, sino porque era un ladrón (caso Riggs).

La sociedad pinochetista, por decirlo así, se alejó de él cuando se dieron cuenta de que tenía muchas cuentas bancarias secretas en Estados Unidos. Y también volvió humillado de su arresto en Londres. Tuvo que hacerse el loco, el senil, y eso es humillante para cualquiera. Fue menguando su poder psicológico en el imaginario de los chilenos hasta que llegó a ser irrelevante e incómodo. 

Los que lo habían apoyado, quedaron ahí con sus poderes y costó tiempo para que la sociedad chilena se activara, incluso en democracia, para ajusticiar a sus secuaces. Ha sido un avance importantísimo, establecer la línea clara entre lo que se puede hacer y lo que no se debe hacer. Asesinar gente no se debe hacer, sobre todo por parte del Estado, por más que lo justifiques con retórica. Y Pinochet había logrado que una generación de chilenos se adaptaran a esa retórica que no se ha ido del todo. Hay algunos que todavía creen que eso fue un mal necesario y lo justifican así, sin entrar en detalles. 

Portada del perfil realizado por Anderson a Augusto Pinochet - Captura de pantalla newyorker.com

Líderes y sociedad actual

Sobre este ascenso de la extrema derecha. Tú trabajaste en un perfil del expresidente brasilero Jair Bolsonaro también, ahora está Milei en Argentina; y acá podrías perfilar a Kast. ¿Por qué surgen estos personajes que reivindican a los dictadores?

-Yo creo que en parte tiene que ver con la forma en que nos ha cambiado la vida, las redes sociales e internet. Todo el mundo puede opinar ahora y circular su opinión. De la misma forma que las corporaciones pueden operar así, los que quieren propagar ideas también. Los políticos se han dado cuenta que pueden adueñarse de nosotros de acuerdo a cuantos likes o botones apretamos a partir de una idea emitida. Milei se ha dado cuenta que actuar como un bisonte salvaje resulta apetitoso a los argentinos. Entonces aparece con una motosierra en la calle.

Pero hay una razón adicional del surgimiento de estos personajes y es porque la democracia tiene muchas flaquezas. Hay algunos que la tienen mucho más consolidada que otros. Cuando llegas a los países emergiendo del subdesarrollo, por llamarlo así; con sangre derramada de gestas anteriores, injusticias no resueltas, entonces pensamos que la democracia no ha funcionado. Si nuestro nivel de vida ha bajado, si tenemos hijos y tememos por ellos porque no pueden caminar en la calle porque el crimen está desatado, en general, la sociedad se vuelve paranoica, insegura. Entonces solo falta que un político señale, como hizo Trump, a los mexicanos. Un asesor de Trump dijo que los mexicanos eran violadores, asesinos y ladrones. Y ahí comenzó su campaña presidencial, que logró destapar los prejuicios durmientes de todo un sector de norteamericanos. La inmigración no era un tema principal y lo hizo un tema principal.

Bolsonaro se puede interpretar más convencionalmente. Un ex militar derechista, un tipo miserable, pero también alimentado por el fenómeno Trump. Tienen el instinto de la maldad que les da poder. Y lo mismo este tarado Milei. Si no hubiera habido un Trump no podría haber habido un Milei. Estos se miran unos a los otros y dicen: puedo hacer lo mismo.

 

Tú perfilaste al Presidente Gabriel Boric, ¿Crees que aquí se destaca cada error que comete?

-Así es, no le han dado chance y lo exageran. Es un presidente joven, que tiene más luz puesta sobre él por su juventud. Lo que puede haber cometido son tropiezos, nada es maldad. Han sido tropiezos bastante normales en gobiernos nuevos. No le han dado ni un respiro. Eso, junto con la derrota de la Constituyente, lo debilitó mucho. No sé si se recuperará, pero internacionalmente Boric es bien visto.

 

¿Bukele en qué categoría entra?

-Bukele es algo que sale del fenómeno de Trump o Bolsonaro. Existe gracias a Twitter. Es puro ego y eso es lo que no estamos acostumbrados a ver. Un narciso. Él tiene una respuesta que todo el mundo quiere al problema de la inseguridad pública, que es uno de los temas más importantes en América Latina. No se puede repetir exactamente lo que ha hecho Bukele en El Salvador. Él tiene una adhesión gracias a la idiosincrasia salvadoreña, que puede funcionar ahora. ¿Pero Bukele se va a quedar en el poder durante 40 años? ¿Va a poder mantener a estos chicos tatuados, humillados, 40 años en la cárcel? ¿Y cuál es el futuro? Estoy seguro que él no sabe qué hacer en el futuro. Es una solución muy inmediatista, muy propia de alguien que vive de Twitter, del cripto (monedas) y de mirarse en el espejo.

Créditos: Javiera Larrondo

A propósito de las redes sociales y también ahora con la inteligencia artificial, ¿Cómo los periodistas podemos hacernos indispensables para el público?

-Hay que persistir en convencer al público que somos indispensables para su propio bien y el bien de la sociedad. Que sin nosotros surgen los Milei, los Bukele, los Bolsonaro y los Trump. ¿Qué tienen en común toda esa gente? Que arremeten en contra de los medios. O sea, parte de su guerra diaria es contra los periodistas. Esto es la causa de nuestro desprestigio. ¿De dónde vino el concepto de fake news? De la boca de Donald Trump, que es un mentiroso en todo lo que hace. Entonces es una guerra a muerte.

En cuanto a la inteligencia artificial, todavía la estoy asimilando, como todos y también me ha sorprendido, pero hay que insistir en el ser humano por sobre la maquinaria. Y ver si estamos fallando, si no estamos llegando a la gente, si no estamos convenciendo, si estamos cediendo territorio. Creo que no percibimos la solución aún.

 

¿Un posible próximo entrevistado?

-Milei, si es que llega a ser presidente de Argentina, algo parecido a lo que hicimos con Bolsonaro. También me interesa Yoweri Museveni, el presidente de Uganda porque fue guerrillero, llegó al poder por las armas y ha gobernado en su país hace 36 años. Han sido años violentos porque su ejército ha tenido que intervenir en casi todos los países alrededor. Hay muy poco periodismo anticipatorio hoy en día, muy poca gente viendo el mundo con ojos de lo que puede pasar en unos años. El periodismo se ha convertido en un periodismo reactivo por las presiones en contra de él y por los escasos recursos. 

 


 

Foto principal: Javiera Larrondo

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