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Luis Botello: “El escenario de la desinformación en Latinoamérica es grave”
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Luis Botello: “El escenario de la desinformación en Latinoamérica es grave”

Invitado a la Cátedra Unesco de la UDP, el vicepresidente y experto adjunto de Impacto Global y Estrategia del Centro Internacional para Periodistas (ICFJ), abordó la desinformación en la sociedad, el ascenso de la Inteligencia Artificial (IA) en el periodismo y la libertad de expresión en Estados Unidos, donde se encuentra radicado hace más de 20 años.

Por Nicole Calfiqueo y Leonel Lillo

31 de Agosto de 2023

Con más de 30 años de experiencia en su país natal, Panamá, Luis Botello emigró a Estados Unidos gracias a una beca de intercambio cultural que lo trasladó a ese país. Allí su carrera ha sido tan destacada que, en marzo del 2022, el presidente estadounidense, Joe Biden, lo designó como candidato a miembro del Consejo Asesor de Radiodifusión Internacional de la Agencia de Estados Unidos para los Medios Globales (USAGM).

Antes, en Panamá, fue presentador y reportero en terreno del acontecer nacional y, en Washington, ha sido el encargado de cubrir noticias del continente latinoamericano. Trabajó en más de 20 países de Latinoamérica estableciendo una variedad de programas que han incluido la libertad de prensa, la ética, el periodismo de investigación, el desarrollo sostenible y la salud. Trayectoria que pudo compartir junto a la académica Alejandra Matus en la más reciente Cátedra Unesco, organizada por la UDP en conjunto con la Embajada de Estados Unidos en Chile.

Tras el encuentro, conversamos con Botello para profundizar sobre el panorama local y regional.

En términos generales, ¿cuál es el escenario de la desinformación en Latinoamérica?

– El escenario de la desinformación en Latinoamérica es grave. Es un problema que no solamente está afectando a América Latina, sino que a todo el mundo. La desinformación está creando desconfianza no solamente en los medios de comunicación, sino también en las instituciones democráticas. Cuando tenemos una vorágine de información y la gente no sabe qué creer, definitivamente se produce una parálisis de la sociedad civil. Si no creemos lo que leemos o lo que vemos, disminuye la participación ciudadana y una democracia requiere que los ciudadanos sean participativos, que exijan revisión de cuentas y que exijan a sus gobernantes mejores políticas públicas. Se está dando en todos los países de Latinoamérica y es peligroso: se inserta un discurso, en ocasiones de odio. En vez de crear un debate público, sano y saludable, se busca uno público basado en la desinformación que produce conflictos y donde, desafortunadamente, se incrustan estereotipos, por ejemplo, contra las comunidades minoritarias. O se promueve el odio hacia quienes informan, como los periodistas, y los periodistas están sufriendo mucho. Se está promoviendo la desinformación con intereses muy particulares ya sean políticos, económicos o sociales. Se busca silenciar a voces disidentes o que no piensan como ellos.

 

Usted dijo que no hay mejor momento para hacer periodismo como el de ahora. ¿Por qué?

– Es un buen escenario. Lo hemos visto en muchos países, especialmente en países donde existe algún tipo de conflicto político o en donde se sostienen posiciones muy extremas. Por lo general, el periodismo se convierte en la única institución capaz de fomentar la información y el debate público necesario para que se solucionen los problemas. En las épocas de las dictaduras, fue el periodismo el que promovió mayores libertades y el respeto por los derechos humanos de los ciudadanos. En la actualidad, estamos en una crisis asentada en las nuevas tecnologías que han socavado el modelo de negocios de los medios de comunicación y que están sufriendo porque no encuentran la manera de ser sustentables y están compitiendo contra la desinformación. Por eso digo que es un momento para estudiar periodismo porque cuando hacemos esta profesión en tiempos de incertidumbre, tenemos la capacidad de ser innovadores. Pero si no innovamos, no estudiamos, o no experimentamos; definitivamente la profesión morirá. 

 

-Ha hecho noticia el resultado de las elecciones PASO en Argentina donde triunfó  el ultraderechista Javier Milei. También en Chile hay una arremetida de la ultraderecha. ¿Cree usted que en esta época la desinformación es un factor determinante en el ascenso de la derecha en América Latina?

-No le quiero poner color político porque la desinformación puede venir de cualquier lado, pues la está permitiendo la tecnología. Las nuevas tecnologías están permitiendo que, así como surgen nuevos medios digitales innovadores, también están esos mismos actores que buscan desinformar por intereses políticos, personales o económicos (y que son de cualquier sector). Están utilizando las tecnologías para crear sus campañas de desinformación y engañar a las audiencias. Y ahí es donde veo la importancia del periodismo. Se está obligando a que la profesión invente nuevas formas de contar la historia y que esta le llegue a una audiencia que quiere la información de otra manera. Es como una carrera contra el tiempo. Y es por eso que los periodistas empezaron a utilizar las mismas tecnologías (redes sociales y otras) para crear los movimientos de fact checking y verificar el discurso político…

 

-Hace poco tiempo el gobierno (de Chile) anunció la creación de una Comisión para la Desinformación que, básicamente, pretende el establecimiento de una política pública asesora de la información en plataformas digitales. Sin embargo, desde la oposición se busca calificarla como inconstitucional porque atentaría contra la libertad de expresión. ¿Hasta dónde llega la libertad de expresión en la era de la desinformación?

-Se ha dado jurisprudencia a nivel internacional en la Corte Interamericana de Derechos Humanos. También hemos visto casos en Estados Unidos en los que se pone en la balanza la información que en ocasiones puede invadir la privacidad o una información que pudiese provocar caos… porque está basada sobre la falsedad. O en una información que pudiera estar en conflicto con el derecho a la intimidad, por ejemplo. Por lo general, la jurisprudencia tiende a proteger la libertad de expresión. ¿Cómo analizamos este conflicto de derechos bajo el prisma de libertad? Cada caso es diferente. Entonces, hay límites y existe jurisprudencia internacional que puede guiar a muchos países cuando se ven ante este dilema. Por lo general, el interés público es respetar la libertad de expresión. Es difícil que alguna legislación pueda ayudar en eso. 

 

-¿Cree usted que la creación de una comisión ayudaría a erradicar o disminuir la desinformación? 

-No conozco las leyes chilenas, pero lo que sí puedo decir es que es importante que se debata el tema de la desinformación y que lo que se haga sea con mucha transparencia, muy abierto y muy inclusivo, en el sentido de que todos los sectores deben estar ahí, incluyendo los propios medios de comunicación, incluyendo a los jóvenes porque son los ellos los que mejor entienden la tecnología. Es un tema relevante que se debe tocar. Y todo aquello se hace a través de las instituciones académicas o de instituciones de la sociedad civil. Cada sociedad va generando su forma.

 

– Usted dijo que el ascenso de la Inteligencia Artificial no es un problema de los periodistas, pero ¿cómo se puede competir contra ella? Se dice que podría afectar fuertemente a la profesión, incluso reemplazarla…

-La realidad es que el mundo está cada vez más lleno de innovaciones y tecnologías y eso no se puede evitar. Es parte del desarrollo humano y de la sociedad. Si bien existe temor porque la inteligencia artificial vaya a reemplazar a ciertos trabajos, la verdad es que también puede crear nuevos trabajos. Cuando surgieron las redes sociales, el internet, muchos de los almacenes dijeron: ‘Vamos a tener que cerrar porque todo el mundo va a comprar en línea’. Va a afectar, pero al mismo tiempo pienso que hay que verla como una oportunidad para entonces reinventarse y utilizarla de una manera que beneficie a la sociedad. No la podemos detener, pero lo que sí podemos crear son nuevas habilidades a los profesionales que se reeduquen en algunas cosas que sí es necesario. Nosotros podemos ser los creadores de estrategias sobre cómo utilizar la inteligencia artificial para nuestra fortalecer nuestra profesión. 

 

– ¿Cómo podemos contribuir a la confianza de la información como periodistas?

-Pienso que el combate a la desinformación no es de un solo sector de la sociedad. No es de los medios solos, no es de los periodistas solos, no es de los gobiernos solos, no es de las organizaciones de la sociedad civil por sí mismas. Es una responsabilidad que cada uno dentro de su rol dentro de la sociedad, tiene que jugar. Como periodistas vamos a crear medios y unidades de fact checking. Vamos a crear juegos interactivos para que la gente pueda aprender cómo identificar una foto que ha sido modificada. Como medios de comunicación llegaremos a ser más rigurosos en la verificación de la información (…). Ya no podemos recibir una foto que nos manda un ciudadano y pretender que es real. Hemos aprendido lo que se llama la búsqueda de información a través de open source intelligence. Esta es una tecnología que utiliza información que está en internet, abierta, gratuita en ocasiones, para verificar cosas. Y se han hecho historias impresionantes como  periodistas que han logrado identificar dónde están ocurriendo masacres en África con la utilización de fotos satelitales, de cámaras en las calles y mapeando en qué lugar, más o menos, ocurrió eso. Ahí es donde está nuestro rol. Descubrir esas nuevas tecnologías.

 

– Usted está radicado en Estados Unidos. ¿Se ha ampliado o es más estrecha la libertad de expresión allí? ¿Por qué?

-Ha habido una tendencia a la creación de una mayor polarización en todas partes del mundo producto de la desinformación. No ha ocurrido solamente en Estados Unidos. Se hace cada vez más difícil que haya acuerdos entre la gente o un mejor entendimiento sobre soluciones a los problemas. Muchas personas no quieren ni hablar porque temen que en las redes sociales los acaben criticando. La democracia requiere de participación ciudadana. Hay una afectación de las libertades producto de esta desinformación y de la polarización. Hay una tendencia a tratar de censurar esas voces críticas precisamente por lo que está ocurriendo a través de las redes sociales. Afortunadamente, en Estados Unidos todavía existe una gran tradición libertaria. Eso no quiere decir que todo el mundo esté de acuerdo con toda esa libertad. Siempre va a haber gente tratando de censurar, criticando a los medios, censurando a los periodistas, pero no se llega a un nivel de censura directa. Se han dado incidentes en donde han ocurrido abusos, pero hay garantías y, por lo general, se recurre a la justicia y se libera a los periodistas. No hay problemas de amenazas por decir algo, porque la primera enmienda te protege de eso en EEUU. Desafortunadamente, en otros países también están viviendo lo mismo, pero sin instituciones independientes fuertes. En esas zonas, el sistema judicial responde a algún sector político o económico y allí no tienen la misma protección.

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