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Chequeo y luego existo: las claves del “boom” del fact checking
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Chequeo y luego existo: las claves del “boom” del fact checking

Tras el 18 de octubre de 2019, la desinformación encontró un campo fértil para amplificarse, sembrado en parte por un clima de desconfianza contra los medios de comunicación tradicionales. Un escenario donde un grupo de profesionales vieron la oportunidad de emprender, fundando proyectos independientes para verificar información. Aquí sus historias y cómo el chequeo se instaló en la industria periodística local.

Por Moisés Araneda, José Ignacio Canales, Ariel Cornejo, Gonzalo Fouilloux, Matías Urmeneta y Rodrigo Verdejo

29 de Octubre de 2021

19 de octubre del 2019. Una foto comienza a desperdigarse por miles de teléfonos. Es una vista aérea de Santiago en llamas. Una imagen apocalíptica, que daría cuenta del escenario capitalino tras la violenta noche del estallido. Bajo las etiquetas #ChileArde y #ChileProtesta, la foto enardecía las redes sociales. Pero la imagen era falsa. Se trataba de una ilustración que circulaba por internet desde 2008.

Este es solo un ejemplo de cómo la desinformación se transformó en una protagonista de la revuelta, multiplicándose en redes sociales, grupos de WhatsApp y discusiones sociales. Fabián Padilla, periodista que se dedicaba principalmente al marketing digital, fue uno de los miles de testigos de esta avalancha de fake news. Pero a los pocos días de la revuelta, decidió aventurarse y abrir un perfil de Instagram exclusivo de fact checking. Lo nombró Fast Check CL. “En ese minuto había una desconfianza grande en los medios de comunicación y en las noticias que se estaban dando. A mí me preguntaban como periodista si algo era real o no, y a quién creerle”, recuerda.

Tras su estreno y en tan solo un mes, el perfil de Instagram de Fast Check CL consiguió 100.000 seguidores. Para Padilla esta cifra refleja la enorme necesidad que tenían las personas de filtrar las noticias que se iban expandiendo por todos los medios de comunicación. “Actualmente tenemos 212.000; o sea, nos hemos demorado prácticamente un año en conseguir 100.000 seguidores más”, analiza el periodista fundador de Fast Check CL.

Sobre las primeras semanas de trabajo, Fabián comenta que comenzó solo y después le pidió apoyo a un amigo periodista, para que lo ayudara a verificar en su tiempo libre. “Cuando empezó a caminar Fast Check CL, la gente se comenzó a sumar, gente anónima. Nos escribía por interno, por el chat de Instagram, para decirnos que eran periodistas y que querían ayudar. Alcanzamos a conformar un equipo de ocho personas. Constantemente en un grupo de WhatsApp nos organizábamos y verificábamos los temas que habían en el momento”, dice Padilla.

Sus primeras publicaciones fueron creadas el 22 de octubre de 2019, solo tres días después del inicio del estallido social. Consistían en un conjunto de consejos respecto a cómo percatarse de cuáles noticias eran falsas o reales. Luego realizaron su primer chequeo, en el que se analizaron seis declaraciones, cuatro resultaron ser falsas y dos verdaderas.

 

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En medio de la inestabilidad social, crear un medio exclusivo de fact checking no era nada sencillo. Existían limitaciones dice Fabián Padilla y aunque quisieran, no podían comprobarlo todo. Unas de las dificultades por las que atravesó el equipo de Fast Check CL fue cuando se denunciaron torturas y apremios al interior de la estación del Metro Baquedano. “El fact checking en nuestro medio tiene una limitante: si el tema se judicializa, no podemos dar una versión hasta que no haya pasado la última instancia de este proceso”, enfatiza el creador de Fast Check.

Según un estudio de Reuters Institute de la Universidad de Oxford, solo el 30% de los chilenos confía en la información entregada por los medios de comunicación, baja credibilidad que fue un ingrediente más en los convulsionados días tras la revuelta de 2019. Un caso emblemático fue el video de un ataque incendiario contra una sucursal del Banco Estado, ubicada en la comuna de Providencia, y que fue emitido por TVN. El canal público fue acusado de manipular las imágenes, lo que fue refutado por Fast Check. “La gente no nos quiso creer, nos dijeron que estábamos comprados, que eso era falso y que era muy obvio por la imagen”, afirma Fabián Padilla.

Pese a las adversidades de trabajar en medio de una crisis, Fabián y su equipo siguieron verificando información y, así como ellos, también hubo otros periodistas que vieron una oportunidad ante la masificación de noticias falsas. En noviembre, un mes después del estallido, el periodista Tomás Martínez decidió crear Mala Espina Check. Este partió como un perfil de Twitter y a medida que fue creciendo, desarrolló otras redes sociales y una página web. La idea surgió a raíz de la poca certeza —dice Tomás que tenían las personas respecto a la información que se podía consumir en los distintos medios: “Yo veía en el ambiente que había mucha incertidumbre sobre todas las cosas que estaban pasando”.

Tomás se inspiró en Chequeado de Argentina y en Maldita de España para iniciar su propio proyecto. Durante cuatro meses, trabajó solo generando contenidos, pero poco a poco el equipo fue creciendo. “Empezó a llegar gente, algunos estudiantes querían hacer sus prácticas acá, otros que estaban recién saliendo de la universidad y querían ir ganando experiencia. Así se fue conformando el equipo”, asegura.

Los primeros posts de Mala Espina Check en Instagram fueron respecto a situaciones que involucraron a Carabineros. Ambas eran informaciones falsas. “La mayoría de las veces son cosas virales que ya han tenido harta difusión, entonces esto ayuda para poder frenarlas”, comenta Martínez.

PREVIO AL BOOM

“Antes del estallido había fact checking en Chile, quizá no era popular, pero existía”, cuenta Valentina de Marval, académica UDP, periodista de la Agencia France-Presse (AFP) y especialista en fact check. El primer proyecto periodístico dedicado al chequeo de información en Chile se originó en la sala de redacción del diario El Mercurio y vive hasta hoy. Se trata de El Polígrafo. La periodista Cecilia Derpich, parte del equipo fundador y hoy editora de la sección, recuerda que la idea surgió tras las elecciones presidenciales de Estados Unidos en 2012: “Se había dado el fenómeno Obama y ahí vimos que el fact checking, que partió un poco antes, había tenido un boom importante”. Un equipo de El Mercurio viajó a Estados Unidos para capacitarse en el método de chequeo aplicado por Politifact, uno de los referentes internacionales de la disciplina y ganador de un premio Pulitzer.

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LOS INICIOS DE "EL POLÍGRAFO"

“Fue una idea súper bonita, porque era hacer algo que no se estaba haciendo y también una metodología muy nueva a implementar, entonces era partir de cero. El Polígrafo tiene la particularidad de ser el primer proyecto de chequeo de datos dentro de un medio en América Latina. Ya existía Chequeado, pero ellos son un proyecto independiente”, recuerda Derpich, quien hoy además es académica de Periodismo UDP. 

El proyecto argentino Chequeado es la primera plataforma periodística dedicada exclusivamente al chequeo de datos en Latinoamérica. Creada en 2010, durante la última década se ha encargado de impulsar a otros medios dedicados al chequeo de datos y de coordinar alianzas estratégicas contra la desinformación en toda la región.

En 2014 armamos Latam Chequea, una red de chequeadores latinoamericanos que reunía a quienes estábamos haciendo fact checking en Latinoamérica y que también fomentaba a otras organizaciones a que abrieran secciones de chequeo. En ese entonces, estaba Agencia Lupa en Brasil, que era parte de O Globo; La Silla Vacía en Colombia también había empezado una sección de chequeo llamada El Detector; y El Polígrafo de El Mercurio”, cuenta Olivia Sohr, directora de Impacto y Nuevas iniciativas de Chequeado.

En 2017, parte del equipo de Chequeado capacitó a periodistas de CNN Chile para cubrir las elecciones presidenciales de ese año y verificar los datos que entregaban los candidatos. El proyecto se llamó Chile Check y contaba también con el apoyo del centro de estudios Espacio Público. Valentina de Marval fue parte del proyecto y allí se especializó como periodista fact checker, un campo que antes del estallido social dice era escaso. “Era bien pobre, poco popular y acotado a los mismos periodistas. La popularidad llegó tarde en comparación a otros países del mundo, pero tampoco es coincidencia que haya explotado durante el estallido, porque los contextos de crisis siempre impulsan estos fenómenos”, afirma De Marval.

PRESENTE Y FUTURO

Con el estallido se produce un boom que es positivo, porque en el fondo ha permitido instalar el fact checking como una práctica dentro del periodismo nacional. También ha hecho que más personas se acerquen a esta herramienta periodística”, dice Cecilia Derpich. 

Sin embargo, levantar y mantener un medio dedicado al fact checking no es una tarea sencilla, al menos en eso coinciden los directores de Mala Espina y Fast Check CL. El principal problema que enfrentan, al igual que otros proyectos independientes, es la dificultad para conseguir financiamiento. “Hasta hoy no tenemos una operación financiera con números azules, cuesta mucho sostener un medio en Chile, hay mucho de voluntarismo en esto”, reconoce Fabián Padilla.

Fast Check CL se sostiene principalmente a través del aporte de sus socios. Hoy cuentan con 199 y cada uno de ellos aporta mensualmente $2.980. Además tienen un método de donaciones en el que se puede contribuir a través de un monto único. “Es muy poco lo que se logra recolectar, todos los periodistas que han trabajado en Fast Check lo han hecho gratis, la mayoría son estudiantes o recién egresados”, dice Fabián. Aunque a pesar de la falta de ingresos, en estos dos años de existencia han logrado reconocimiento tanto nacional como internacional: en 2020 ganaron el Premio Periodismo de Excelencia en su categoría digital por su innovadora cobertura al estallido social. “Hay que reconocer que gracias a Fast Check, el fact checking se hizo popular en Chile y creo que es un gran mérito. Además, es el único medio chileno que está aprobado por la IFCN (International Fact Checking Network), la red internacional de fact checking, ganándose la certificación hace poco”, afirma Valentina de Marval. 

Desde el estallido social en adelante han surgido otras iniciativas dedicadas al fact checking, como Decodificador y Contexto Factual de Plataforma Contexto. La primera nació en abril de 2020 en el marco de la incertidumbre provocada por la pandemia de covid-19. Camila Silva, periodista fundadora del medio, se puso en alerta tras las distintas declaraciones del otrora Ministro de Salud, Jaime Mañalich, que a su juicio alimentaban la desinformación. “Él decía que estábamos preparados para la pandemia, que teníamos inmunidad de rebaño y que éramos un ejemplo para el resto del mundo”, recuerda.

Contexto Factual, en tanto, nace como un proyecto de chequeo de Plataforma Contexto, una iniciativa de distintas organizaciones —entre ellas Espacio Público y la Universidad Diego Portales— para informar sobre el proceso constituyente. Se dedican a verificar información emitida por las y los convencionales, además de otras materias relacionadas a la Convención Constitucional. “Cuando ellos presentan las votaciones dicen muchas cosas que se pueden chequear, ya sea sobre temáticas como medio ambiente, seguridad y política, o temas respecto a la convención como los dos tercios por ejemplo”, afirma Valentina Matus, periodista de Contexto Factual. 

Pese al boom del fact checking en Chile tras el estallido, los desafíos aún son varios. “Uno de los principales es mantenerse, sobrevivir, masificarse más allá de las redes sociales, inmiscuirse en la radio o meterse en la televisión”, cree Valentina de Marval.

Matus, por su parte, enfatiza en que “todos los medios que hacemos fact checking, tenemos una gran misión, pero toda gran misión conlleva una gran responsabilidad, la de mirar hasta el último detalle con lupa y buscar no caer en ningún margen de error. Los periodistas no somos infalibles, nos podemos equivocar, pero el fact checking es justamente el área donde tenemos que tratar de esquivar eso a toda costa”.

 


 

EL UNIVERSO DEL FACT CHECKING
Junto al masivo acceso a la información que trajo consigo la era digital, también llegaron las noticias falsas o fake news. La mayoría circulan por redes sociales como Facebook, Twitter e incluso algunas han llegado a la televisión o a medios tradicionales. Es un fenómeno creciente que preocupa, desde periodistas hasta autoridades políticas, porque su expansión puede alterar la convivencia social. Como respuesta, nacieron diferentes proyectos a lo largo del mundo para verificar la veracidad de estas publicaciones y ayudar a la opinión pública a combatir la desinformación. En este mapa interactivo te presentamos algunos de los proyectos más destacados.

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Testigos de la calle: las plataformas que surgieron en las redes sociales

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