Los colegios tienen nuevos horarios de funcionamiento, se han reducido las jornadas de trabajo y las protestas se suceden diariamente, marcando el despertar de una ciudad que carga con el estigma de ser el “patio trasero de Santiago”.
Más allá de los trastornos que han provocado las movilizaciones en la ciudad, Loreto rescata el nuevo espíritu que deambula por las calles: “Melipilla está demostrando tener necesidad de educación, salud y ayuda social, y que a pesar de ser de conocimiento a nivel de autoridades de todas las carencias que existen como ciudad y comuna, lamentablemente aún se mantienen en el tiempo”.
Trabajar en el centro
La Plaza de Armas es el punto de encuentro de la ciudad, un espacio donde se concentra gran parte de la actividad comercial. Los locales que la rodean son parte de la tradición melipillana, mezclándose también con los nuevos espacios que han surgido en el último tiempo.
Uno de estos míticos locales es la heladería «La Plaza» de María Teresa Espinoza y su familia. Durante más de 40 años están instalados en el corazón de Melipilla. Nos confiesa que estos últimos días no han sido fáciles para ellos, ni para ningún empresario del sector. En el centro de la ciudad se viven diariamente diversas manifestaciones empujadas por el malestar social. Según nos cuenta María Teresa, en las protestas participan familias, niños y jóvenes, a los que también se suman algunos grupos de encapuchados que interrumpen para enfrentarse a Carabineros.