El encierro no solo motivó inquietudes acerca de las circunstancias propias, sino que también empujó a la reflexión sobre la desigualdad social que la pandemia develó.
Por Vergara 240
14 de Octubre de 2020
Constanza, es una joven de 20 años, oriunda de la Región de Antofagasta. Vino a Santiago cuando entró a la universidad en 2018. La cuarentena la pilló lejos de su familia, a cientos de kilómetros de quienes ama, contando los días para volver a casa. Mientras, ve a través de su ventana cómo un basurero se convierte en la esperanza de muchos que viven en situación de calle.
Jonathan, es un joven venezolano de 20 años, reside en Chile desde el 2017 juntos a sus padres en la comuna de La Florida. Es estudiante de Ingeniería Civil Industrial en la UDP, actualmente está con clases online y eso le ha ayudado a distraerse un poco de la cuarentena. A pesar de vivir una cuarentena tranquila, piensa en todos aquellos que debido al encierro, no pueden trabajar para mantener a sus familias.
Javiera tiene 24 años. Su familia es de Linares, pero ella estudia derecho en la Universidad San Sebastián de Concepción. A través de su ventana, mira como una de las ciudades más importantes del país mantiene su ritmo, a pesar del aumento de casos. Una permisividad que la lleva a reflexionar sobre cómo la centralización se sufre también en materia sanitarias.
María Fernanda tiene 20 años y estudia periodismo en la UDP. Vive en la comuna de Maipú y debido a la pandemia, tomó la decisión de irse a vivir con su abuelo para hacerle compañía en la cuarentena.
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