Aquellos días en los que la olla no funciona, los diez voluntarios que se encuentran actualmente trabajando se reparten distintas labores, como comprar alimentos e insumos básicos, conseguir donaciones y atender público para guiarlos en distintas materias sociales como la vivienda y el trabajo.
“Creo que hay un gran trabajo desde las ollas comunes, el resultado del plebiscito fue muy importante, porque la gente vio que el pueblo está ayudando al pueblo, no el gobierno que nunca se hizo cargo de apoyar al pueblo, todo lo contrario. O sea, solamente favoreció a los grandes empresarios, no a los trabajadores, y los trabajadores han tenido que pagar esta crisis”, enfatiza Ana.
Actualmente, según datos recopilados por La Olla de Chile y Voluntarios X Quilicura, existen alrededor de 75 ollas comunes en Quilicura, las cuales alimentan a más de 100.000 personas diariamente. Y si bien la cuarentena ya no es un impedimento para seguir con la anhelada “normalidad”, varios sostenedores de ollas comunes como Ana afirman que no tienen proyecciones de terminar, sino que buscan mantenerse al 100%.
“Al pasar el tiempo se hace todo más difícil. Por ejemplo, los primeros meses algunos concejales de la comuna nos aportaron con repartir las comidas de la olla, ahora tampoco está ese apoyo. Los aportes económicos o de insumos también disminuyeron. Creo que va ser necesario levantar una campaña solidaria para poder seguir manteniendo la olla. Pero para las personas que seguimos trabajando es impensable dejar en el abandono a tantas personas que solo tienen lo que nosotros le podemos entregar”.
Por Rodrigo Tapia Soto / Fotografías Agencia UNO