UN SITIO DE PERIODISMO UDP

SEÑAL ONLINE

29 de Marzo del 2024

SEÑAL ONLINE

UN SITIO DE PERIODISMO UDP

Resultados de búsqueda

Campamento Dignidad: “Juntos somos fuertes”
ESPECIALES V240

Campamento Dignidad: “Juntos somos fuertes”

La frase escrita a mano en cada una de las raciones que se repartieron en el Campamento Toma Dignidad de La Florida, habla de cómo esta comunidad de cerca de 750 familias tuvo que hacerle frente al hambre en los meses más duros de la pandemia.

Por Cristián Roa

24 de Noviembre de 2020

La cuarentena general en la Región Metropolitana no solo empujó al encierro a miles de familias, sino que condicionó la subsistencia de quienes tenían trabajos informales o dependían de industrias que quedaron completamente paralizadas. Un golpe que se sintió fuerte en las más 750 familias que viven en el Campamento Toma Dignidad en la comuna de La Florida.

Este asentamiento se estableció al pie de la Quebrada de Macul a finales del 2019, motivado por la necesidad urgente de encontrar un techo para adultos mayores y niños. De a poco y gracias a la ayuda de varias organizaciones locales, el campamento se fue forjando no solo como una solución temporal para estas familias, sino también como un mensaje directo a las autoridades en medio de un estallido social.

“El nombre Dignidad surge por la dignidad hacia las personas, hacia los niños, hacia sus derechos, hacía que todos tenemos derecho a una vivienda”, relata Emmanuel Garcés (39), dirigente del campamento. “Ellos estaban perdidos diciendo que en Chile ya no existen campamentos y existen muchos, muchos campamentos”, asegura el líder comunitario, quien en la entrada de su casa colocó un letrero como bienvenida y consigna del lugar, como se lee en la imagen inferior.

El campamento comienza en la intersección de Avenida Departamental y Avenida Tobalaba, subiendo hacia lo alto del Zanjón de la Aguada. Según Emmanuel, actualmente el espacio se divide en 5 sectores. En medio del invierno y cuando la pandemia trajo consigo la amenaza del hambre, en cada uno de ellos funcionaba una olla común. El establecimiento de cuarentenas la primera semana de mayo impidió que estas familias llevaran dinero a sus hogares. Con las construcciones paradas, la prohibición de las ferias libres y la imposibilidad de estar en las calles, en tan solo días cientos de hogares quedaron sin ningún ingreso, sin alimentos y con las esperanzas en el suelo.

La comunidad no tardó en actuar. Emmanuel comenzó a invitar a sus vecinos a almorzar, juntando lo poco y nada que les quedaba para sustentar una comida que alcanzara para todos. Pronto todo este esfuerzo convirtió al hogar de Emmanuel en una olla común. A los pocos días comenzaron a llegar las primeras donaciones de los vecinos de Peñalolén, La Reina y Las Condes, y fue más fácil llevar comida a las casas de las familias.

Las organizaciones territoriales de estas comunas fueron fundamentales para poner en pie esta ayuda. Javiera Aguirre (23) es parte de la Asamblea Territorial Aluvión (ATA) y ha estado presente desde los inicios del campamento para ayudar a solventar diversos problemas de la comunidad. “Como primera urgencia, cuando llegó la toma, no tenían ni agua. Entonces empezamos a atacar desde ahí, hicimos una campaña con Modatima y les llevamos bidones de agua, de los gigantes de 10 mil litros”, cuenta Javiera. “Conozco el campamento de arriba a abajo. En lo personal yo he tenido muy buena experiencia , pero aún así da la sensación de que no puede ser que estemos en este año y que siga viviendo gente así. Da rabia, una sensación de injusticia”, expresa.

La olla común que administró Emmanuel alimentó a cerca de 100 personas durante todo el invierno. Hoy, con la situación más estable, se dedican a dejar una reserva de alimentos y a repartir las pocas donaciones que siguen llegando. “Yo viví en el Campamento Nasur de Peñalolén. Yo llegué en el año ‘98, tenía 18 años y mi mamá tenía 35 o 36 años y era dirigente. Ahí también se pasó hambre, yo ya sabía el tema del hambre, entonces aquí yo ya venía con una experiencia de 10 años en un campamento”, se sincera.

1 de 4
2 de 4
3 de 4
4 de 4

Entre las varias historias que se vivieron durante estos crudos meses, Ana Marín (52) recuerda vivamente una. “Un día llegamos a la toma y habían recibido una donación de mucha carne, pero estaba toda podrida, fétida. No podían botarla, tenían que enterrarla, para que ningún animal se la comiera y se enfermara”, explica Ana, quien también colaboró junto a su familia en donaciones, cocinando y entregando alimento a las familias del campamento. “Siempre ha estado ahí el hambre, la necesidad de alimentarse. Esa necesidad debe terminarse lo antes posible”, expresa Ana con preocupación. 

“Para mí el hambre es la necesidad más grande que tiene el niño. No tanto el adulto, o sea, yo voy a que yo prefiero mil veces sacarme el pan de la boca para dárselo a un niño a que un niño tenga más hambre que yo. Aquí la regla que yo puse como dirigente de mi comité era primero son los niños, segundos los niños, tercero los niños y cuarto los niños”, señala Emmanuel.

“¿Qué pienso cuando hablan del hambre en nuestro país? Que existe y da mucha rabia. ¿Cómo le vas a decir a tu hijo de 5 años que no hay almuerzo? Es fuerte, es terrible, injusto”, expresa Javiera sobre la experiencia que vivió mientras ayudó al Campamento Toma Dignidad.

Relacionados