Más de 4.000 pacientes con la patología en el sistema público presentan retrasos en el Régimen General de Garantías Explícitas en Salud. De ellas, 2.666 ni siquiera han recibido su diagnóstico. En promedio, la demora de atención es de tres meses y medio, periodo en el que —según expertos— aumenta la probabilidad de muerte, el riesgo de un diagnóstico más grave y la disminución en la calidad de vida de las personas. La situación es calificada como preocupante dada la alta incidencia de la enfermedad en Chile.
Por Amaranta Gallardo y Monserrat Rojas
25 de Septiembre de 2024
Elsa Cuevas tiene 41 años y vive en la comuna de Rengo, región de O’Higgins. Fue diagnosticada a fines de abril de 2023 con cáncer de mama invasivo avanzado. Desde entonces, recibe tratamiento a través del GES, un proceso que describe como frustrante, ya que ha tenido que ingresar cuatro reclamos a Fonasa por incumplimiento de plazos establecidos para su atención.
Desde la realización de su biopsia, presionó constantemente a su principal centro de salud, el Hospital Dr. Franco Ravera Zunino de Rancagua. Pasó casi dos meses esperando su diagnóstico, intervalo en el que decidió ingresar su primer reclamo. En respuesta y por seguimiento de protocolo, le otorgaron un segundo prestador, el centro oncológico Oncovida en la Región Metropolitana.
Recibido su diagnóstico y terminada su quimioterapia a fines de enero en Oncovida, Elsa relata que se acercó al hospital para programar el próximo paso en su tratamiento, la mastectomía, procedimiento que, según expertos, debería realizarse entre tres y seis meses después del tratamiento.
La operación fue fijada para abril, tres meses y tres días después. Sin embargo, debido a una licencia médica de la doctora a cargo, la fecha de atención se aplazó hasta el 1 de julio, lo que llevó a Elsa a presentar un segundo reclamo que fue rechazado. A pesar de ello, la espera continuó prolongándose. Dos días antes de ese 1 de julio, dice, le pospusieron la hora de atención nuevamente.
A la fecha de publicación de este reportaje, Elsa ya fue atendida por su médico y cuenta con la indicación de su cirugía, pero, a pesar de esto, la hora para la intervención aún es lejana.
“El sistema está hecho para morir”, recuerda que le comentó su doctor de cabecera.
—Yo me siento una luchadora, pero no contra el cáncer. La lucha en sí es con el sistema, con el fondo de salud, porque al final es con ellos con los que yo estoy peleando —afirma Elsa.
Según información de la Superintendencia de Salud, vía ley de Transparencia, a marzo de 2024 hay un total de 4.222 pacientes con cáncer de mama en el sistema público que presentan retrasos en el Régimen General de Garantías Explícitas en Salud (GES), antes conocido como Plan AUGE. De ellas, 2.666 se encuentran a la espera de su diagnóstico, 1.535 están pendientes, al igual que Elsa, para recibir atención en alguna fase de su tratamiento y 21 aguardan por consultas de seguimiento de su enfermedad. En el sistema privado, en cambio, son 20 los registros pendientes. Es decir: 99,5% de los casos con retrasos se encuentran en el sistema público, mientras que solo 0,47% están en el privado.
Han pasado casi diez años desde que el cáncer de mama en personas de 15 años y más se incorporó al GES, el conjunto de beneficios garantizados por la ley para las personas afiliadas a Fonasa e Isapres. Si bien el objetivo de este programa busca el tratamiento oportuno de la población chilena ante una gran variedad de enfermedades contempladas en su canasta, los casos asociados a esta patología dejan en evidencia un sistema que funciona a tropezones.
Las cifras más actualizadas de la International Agency for Research on Cancer (IARC) sobre el cáncer de mama en Chile, indican que existen 55 casos por cada 100.000 mujeres en el país.
Por su parte, el Static at Glance del Globocan de 2022 reportó que había 22.667 mujeres diagnosticadas con cáncer de mama en Chile. Mismas que representaban al 13,3% en relación con la población total en riesgo y con cinco años de prevalencia, lo cual se traduce en el periodo de supervivencia estimado después del diagnóstico. En esta línea, el observatorio reporta que desde el año 2009 este tipo de cáncer es la principal causa de muerte entre las mujeres.
Sobre índices de mortalidad, en 2022 murieron 3.924 pacientes, siendo el segundo cáncer más mortal después del de pulmón, de acuerdo a la Globocan de ese año.
Gladys Ibáñez, médico jefe del Programa de Cáncer de Mama en el Servicio de Salud Metropolitano, asegura que la detección temprana es crucial para reducir las muertes por esta enfermedad. Sin embargo, las experiencias de más de 4 mil pacientes en lista de espera, entre ellas Elsa, revelan múltiples brechas en el sistema de salud, especialmente en el GES.
Los tiempos establecidos para un tratamiento oportuno dictan un máximo de 45 días para el diagnóstico y de 20 a 30 días para el inicio y desarrollo del tratamiento. No obstante, los plazos en el sector público terminan extendiéndose, en promedio, por más de tres meses y medio, según información vía transparencia de la Superintendencia de Salud.
Al respecto, Héctor Sánchez, exsuperintendente de Isapres y la primera autoridad en el país con dicho cargo, reafirma su visión crítica sobre el escenario actual del tratamiento del cáncer en Chile.
—El sistema está desarticulado (…). El ministerio no ha podido instalar un modelo de gestión e información para administrar los problemas de las pacientes. Eso explica la alta tasa de muertes por cáncer que se están detectando en las listas de espera —afirma一. Se ha inyectado dinero (al sector de salud) y a pesar de ello, no se ha logrado un equilibrio entre oferta y demanda. Más aún, ha ido creciendo la brecha entre la oferta y la demanda y aumentando la lista de espera a lo largo de los años.
Según información actualizada de la Superintendencia de Salud, obtenida vía solicitud de Transparencia, el Servicio de Salud de la región de O’Higgins, donde está registrada Elsa Cuevas, es el que presenta mayor número de retrasos en la etapa de diagnóstico por cáncer de mama: 551 pacientes permanecen en espera de respuestas —de un universo de 2.666— y 99 días es el promedio de demora dentro de la región.
De allí es María Fernanda Moreno (28), quien también ha enfrentado inconvenientes al tratarse en el sistema público. Oriunda de Peralillo, cuenta que recorrió tres centros de salud para que le dijeran qué era la pelota dura que salió en su seno. Cuando obtuvo el resultado de la biopsia, tres meses después de la primera consulta, su cáncer ya estaba en etapa III y había hecho metástasis. Se estaba esparciendo.
Como muchas personas de regiones, Fernanda viajaba a Santiago para atender su salud de forma particular. La ruta la comenzó en noviembre de 2021, cuando consultó con su ginecólogo de cabecera, Walter Leay, en Vida Integra —Providencia, Santiago— y se hizo los exámenes correspondientes en el mismo recinto. El nódulo alertó al ginecólogo, por lo que Leay le recomendó pasarse al sistema GES.
Por medio de una interconsulta, el sistema de salud de Peralillo le asignó el Hospital Regional de Rancagua como prestador de salud. En este centro, se realizó su primera biopsia y le dijeron a Fernanda que todo estaba bien, y que no tenía cáncer. Ella señala que volvió con su ginecólogo de cabecera, con los exámenes en mano y para su sorpresa, el doctor Leay le dijo que esos análisis no le servían “porque no eran información fidedigna”.
Fernanda se hizo una segunda biopsia en el sistema particular y el pronóstico, esta vez, no era bueno. Luego, se cambió de consultorio y se le asignó el Hospital Félix Bulnes, en Cerro Navia. En febrero de 2022 finalmente recibió su diagnóstico, HER II —una proteína que promueve el crecimiento de células cancerosas—. Recién en mayo avanzó a la quimioterapia y la mantuvo hasta septiembre. A inicios de diciembre de 2022, un cirujano le hizo la mastectomía.
El Global Cancer Observatory (Globocan) estima que 25% de los cánceres de mama son tipo HER II positivo, que tiende a ser más agresivo, de peor pronóstico y con mayores tasas de recaída.
一Morí dos años 一cuenta Fernanda Moreno. Su vida como joven de 26 años, egresada de traducción, quedó en pausa. La pandemia y el cáncer hicieron que se concentrara en sobrevivir.
El tumor disminuyó su tamaño y actualmente está en remisión. En esta etapa, debe seguir haciendo radioterapia y su terapia hormonal. Para avanzar hacia el fin de este recorrido, el año pasado su cirujano le avisó para que se anotara en la lista de mujeres que esperan una reconstrucción mamaria.
Fernanda dice que quiere retomar su vida como sea. Mientras tanto, su expansor la acompañará hasta que la llamen para la reconstrucción.
Dentro de los tantos problemas en el tratamiento del cáncer de mama vía GES, el acceso a la reconstrucción mamaria ha sido una arista que tanto fundaciones como autoridades han puesto énfasis en los últimos meses. A pesar de que desde 2010 la reconstrucción mamaria está incluida en la canasta de prestaciones del Régimen General de Garantías Explícitas en Salud, la falta de plazos establecidos para su realización ha provocado que 394 mujeres esperen en promedio más de dos años para llevarla a cabo.
De acuerdo a la información obtenida vía transparencia activa de la Superintendencia de Salud, de las pacientes en lista de espera para el procedimiento, más de la mitad lleva más de un año esperando, 23% ha superado los tres años y 9% más de cinco años. Estas cifras revelan cómo las pacientes se suman gradualmente a la lista de espera, los días se acumulan y con ello, la desesperanza de pacientes como Silvia Ibáñez, que lleva desde inicios de 2000 en espera de una reconstrucción.
—En los hospitales públicos, nosotros somos pacientes. Porque hay que tener paciencia para esperar. Paciencia para que te llamen. Paciencia para que te atiendan —dice.
Silvia tiene 71 años y vive en la comuna de Santiago. A sus 49 años fue diagnosticada con cáncer de mama in situ o cáncer no invasivo. Después de la operación en 2003, se apuntó para la realización de su reconstrucción mamaria; sin embargo, afirma que nunca la notificaron para darle noticias y las veces que se acercó no obtuvo respuestas.
Desde entonces, ha vivido por 21 años sin una reconstrucción. Ni prótesis, ni expansor: solamente su cicatriz posmastectomía.
—Yo, al día de hoy, de aquí para abajo, no existo —describe.
A principios de 2024, la fundación Yo Mujer se acercó a la Cámara de Diputados en un intento de hacer pública la inexistencia de plazos para la realización de la reconstrucción mamaria. El esfuerzo se tradujo, finalmente, en un proyecto de resolución publicado el 1 de abril de ese año, el cual solicita la evaluación y revisión de la cronología que mantiene hoy la cobertura GES de reconstrucción mamaria, además de establecer tiempos máximos de espera. Este tipo de documentos no es vinculante.
A la fecha de la publicación de este reportaje, la resolución fue aprobada luego de casi cinco meses en tramitación, pero el Ministerio de Salud (Minsal) no ha dado luces sobre posibles medidas a tomar.
Paralelamente, frente al desarrollo de estas iniciativas, el Departamento del Manejo integral del Cáncer conformó una mesa de trabajo integrada por representantes del Minsal para evaluar una posible propuesta de solución, de la cual aún no se conocen mayores detalles.
Este artículo fue realizado en el curso Periodismo de Investigación, del profesor Alberto Arellano.
Ilustración de portada generada por IA
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