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María Elisa Quinteros: la odontóloga anónima que se convirtió en presidenta de la Convención
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María Elisa Quinteros: la odontóloga anónima que se convirtió en presidenta de la Convención

A días del plebiscito que definirá si se aprueba o rechaza el nuevo texto constitucional, la ex presidenta de la Convención, María Elisa Quinteros, narra sus primeros recuerdos en política, un encuentro obligado con Pinochet cuando tenía siete años y sus anhelos en torno a la propuesta constitucional.

Por Micol Parra Harvey

1 de Septiembre de 2022

Corría el año 1988 cuando una pequeña María Elisa Quinteros de siete años, se levantó temprano para asistir a su colegio de monjas, el María Mazzarello de Talca. Esa no era una mañana cualquiera, pues el día anterior el establecimiento les ordenó a ella y a sus compañeras que esa jornada debían ir vestidas de gala: con trencitas y calcetas blancas. 

Al llegar al colegio las niñas se formaron en fila, recibieron una bandera chilena y salieron al centro de la ciudad. El motivo de la formalidad era que su curso debía rendirle honores a Augusto Pinochet Ugarte, quien ese día -cercano al fin de la dictadura- visitaba la región del Maule.

Décadas después de ese encuentro, María Elisa recuerda esa escena como su primer momento político. La mujer que lideró a la Convención viste unas zapatillas Converse azules, pantys y un vestido color grafito. Si estuviera caminando por la calle costaría imaginarla como la presidenta de la Convención Constitucional que llevó a cabo la discusión y escritura de la propuesta de nueva Carta Magna, la misma que la ciudadanía aprobará o rechazará el próximo domingo.

 

Hojeando el pasado

María Elisa Quinteros Cáceres, nació el 20 de diciembre de 1981, viviendo toda su infancia en Talca, región del Maule. Sus estudios primarios los hizo en el colegio María Mazzarello, y los secundarios en el Liceo Abate Molina en la misma ciudad. Su casa estaba en una villa al sur de la comuna, y la compartía con su madre Patricia Cáceres Gajardo, y su hermano Manuel Quinteros Cáceres. De su padre no supo mucho. 

“Soy hija de padre ausente, mi mamá ha llevado toda la crianza, cuidado y responsabilidad económica de mi hermano y yo. Mis padres se separaron, y desde ahí que perdimos el contacto con mi padre, de hecho, ni lo conozco”, comenta sobre su infancia. Valora el esfuerzo que hizo su madre, quien estando sola sacó a dos niños adelante durante los años ochenta. Sobre su hermano Manuel, destaca su cercanía. Ambos compartieron habitación cuando niños y el respaldo mutuo se ha mantenido.

Hoy María Elisa es una tía orgullosa de los hijos de Manuel: Han sido una de mis motivaciones por la cual decidí involucrarme en todo esto (…). Sé que tal vez ellos no van a ver los cambios, porque son pequeñitos aún, pero creo que ese sentido de responsabilidad intergeneracional debería estar en todas las personas y es algo en lo que, dentro de mi visión, también busco contribuir”.

Quinteros reconoce que desde pequeña tuvo un vínculo con lo social y lo territorial. Cuenta que por haber estudiado en dos colegios de monjas realizó varios voluntariados de verano. Al terminar la educación secundaria, postuló a la Universidad y comenzó a buscar opciones de carreras que habían en su ciudad, ya que económicamente le era complejo salir de su región. 

 

La odontología y la política

Desde los 15 años que me gustaba la Odontología. Me acuerdo de ir a la dentista, y de verdad que me encantó. Incluso, recuerdo que en un diccionario que yo tenía, que todavía lo tengo, empecé a estudiar todas las cosas, el vocabulario, dibujaba las partes de los dientes, súper ñoña”, comenta riendo mientras se lleva la mano a la frente.

El año 2006, María Elisa obtuvo la licenciatura en Odontología y Cirujana Dentista en la Universidad de Talca. Desde un comienzo se interesó por la salud pública. Trabajó ocho años en el Departamento de Salud Municipal de Hualañé, lo que asegura le entregó un sentido de realidad. 

En mi pasada por Hualañe, que era campo, obtuve un sentido de realidad distinto, porque allí en las casas aún la gente ocupa braseros, utilizan carbón para lo que necesiten, la gente todavía va a caballo a las postas (…). Esas experiencias fueron modelando a la persona que soy hoy”, comenta.

Otro hito que “modeló” a María Elisa fue estudiar en el exterior. A sus 26 años fue la primera vez que salió de Chile, comenzando un diplomado en Salud Pública Internacional en la Escuela de Sanidad en la ciudad de Madrid, España. Luego, en 2013, realizó el mismo diplomado pero con un destino más exótico: India.

“Viéndolo desde la salud pública, de cómo se desarrolla esta materia en otras partes del mundo tan diferentes, es muy importante dejar de creer que nosotros somos lo único y lo mejor que hay, sino que debemos aceptar también la diversidad de culturas y credos que existen en el mundo”, comenta Quinteros.

El 2015 y ya de regreso en Chile, ingresó al Doctorado en Salud Pública en la Universidad de Chile. En esa casa de estudios forjó amistad con Andrea Gómez, una joven profesional de salud ecuatoriana, quien hoy es una de sus amigas más cercanas.

“Tuvimos una muy buena amistad en ese tiempo. Ella siempre fue súper acogedora, muy generosa, humilde y yo pienso que este proceso la ha ayudado aún más. El compromiso que tiene con el país es muy admirable. La apoyamos un montón, porque hemos visto que para ella ha sido un proceso súper fuerte”, señaló Andrea Gómez sobre su amistad.

Su director de tesis, Pablo Ruiz, quien reveló cómo Quinteros le contó a todo el grupo académico muchas de las dificultades que tuvo durante el desarrollo de la Convención y cómo su experiencia en el área de salud le sirvió durante su gestión en la Convención. 

Es divertido, porque uno pensaría que un doctorado en epidemiología no tiene nada que ver con la Convención, pero ella decía que cada cosa tenía que ver (…). Los temas son totalmente distintos, pero dentro de un doctorado también debes armar textos, armonizarlos, recibir comentarios de todo el mundo y con la presión de la fecha de entrega, cuenta Pablo Ruiz.

 

El peso de la responsabilidad

Tras los primeros seis meses de trabajo de la Convención Constitucional, se debió elegir a los reemplazantes de la primera presidenta Elisa Loncón y el primer presidente Jaime Bassa. Para el proceso, inicialmente se presentaron 3 candidatas a la presidencia: la científica Cristina Dorador (MSC), la periodista Patricia Politzer (INN) y la abogada Bárbara Sepúlveda (PC). Sin embargo, luego de 18 horas, nueve votaciones y una notoria falta de acuerdos dentro de la agrupación Movimientos Sociales Constituyentes, apareció el nombre de María Elisa Quinteros, quien finalmente fue elegida como la presidenta de la Convención Constitucional, responsable de entregar la propuesta de texto a la ciudadanía.

“Cuando me propusieron presentarme fue un momento muy tenso (…), pero fue muy bonito lo que se vivió dentro de la Convención, donde los cuatro colectivos independientes nos juntamos y pusimos todo a disposición de la gente”, recuerda Quinteros.

Sobre su gestión, quien fuera su rival en las votaciones, Cristina Dorador, indicó: Ha hecho un trabajo enorme que ni siquiera dimensiona, es muy joven todavía, le quedan un montón de desafíos y esto es una experiencia que va a marcar su vida (…). Le deseo el mejor de los éxitos en el futuro y que siempre cuente conmigo”.

 


Pese a que los últimos meses de la Convención fueron bastante duros, María Elisa Quinteros destacó que salir electa ha sido lo más notable en toda su experiencia política. “Yo sentí la responsabilidad, sentí el peso del deber otra vez sobre los hombros pero ahora con mucha mayor envergadura (…). Recordar que aquí no estamos por cosas pequeñas, ni por lo que cada colectivo quiere. Estamos para algo superior que es entregarle una nueva Constitución al país”, señaló.

A días del plebiscito, María analiza su visión en torno a la aplicación de la propuesta constitucional: “Para mí, aprobar significa que me imagino en 20, 30 o 40 años un Chile más respetuoso con la naturaleza, donde la dignidad de las personas esté al centro (…). Que tengamos un piso mínimo común para poder hacer ejercicio de todas nuestra capacidades y oportunidades (…). Un Chile que sea mucho más tolerante, respetuoso, un Chile verde e igualitario”.

Su análisis viene 34 años más tarde de ese lejano momento en su colegio de Talca cuando Pinochet fue a visitar su ciudad. Al reflexionar en ello solo se limita a levantar suavemente sus cejas y fruncir el ceño indicando que: “es muy fuerte pensar que podemos cambiar la Constitución de esos años”.

 


 

Foto principal: @meqchile

Este trabajo fue desarrollado por su autora para el curso “Crónicas y Perfiles”, dirigido por el profesor Sebastián Palma. 

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