Este modelo facilita también el periodismo transnacional, protagonista de varias de las historias que se expusieron en la conferencia. La consigna es que si las compañías se han globalizado y la corrupción no tiene fronteras, entonces el periodismo debe buscar formas de seguir los hilos a través de los países.
Si en América Latina las transacciones oscuras suelen hacer escala en Panamá, como lo demostró el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ) en los Panama Papers, en Europa es en el Este donde se encuentran las grandes organizaciones, como lo ha demostrado múltiples veces Organized Crime and Corruption Reporting Project (OCCRP), un centro de periodismo transnacional. Su editor, Drew Sullivan, advirtió a los presentes que si eran periodistas y no estaban colaborando con sus colegas, “estaban muy atrasados para su época”.
Uno de los trabajos que se expusieron en la GIJC ha llevado la colaboración un paso más allá, al investigar las historias que dejaron pendientes periodistas que han sido asesinado. La misión de “Forbidden Stories” (Historias Prohibidas) es mantener “vivas” las historias pese a la muerte de sus investigadores originales, negándose a que los asesinos puedan acallar la verdad. Su caso más emblemático es “The Daphne Project”, en el que han trabajado 45 periodistas en 15 países con el objetivo de terminar la investigación que la periodista maltesa Daphne Caruana Galizia estaba haciendo al ser asesinada con un coche bomba en 2017. Sólo se sabía que reporteaba temas ligados a los Panama Papers.
Pese a la falta de diligencia de las autoridades maltesas en la búsqueda de un responsable, la presión de Forbidden Stories fue dando fruto con el tiempo. Lograron acreditar los negocios en paraísos fiscales de un empresario maltés cercano al primer ministro, quien terminó renunciando a comienzos de diciembre. El impacto no se habría logrado sin el trabajo colaborativo del equipo de Forbidden Stories.
Según Sullivan, el periodismo colaborativo seguirá potenciándose en el futuro gracias a la tecnología: “En los próximo tres a cinco años veremos una revolución en herramientas colaborativas, de modo que gente en locaciones remotas pueda trabajar de manera más efectiva en conjunto”.
La evolución de la tecnología ha cambiado al periodismo, al punto que en conferencias como GIJC parte importante de los talleres están orientado a las búsquedas avanzadas en internet, el periodismo de datos y el aprendizaje de lenguajes de programación, como Python y R.
La novedad este año fue la inteligencia artificial, que ya se utiliza para apoyar el trabajo de los periodismo pero cuyos alcances aún son un misterio. Marina Walker, directora de iniciativas estratégicas de ICIJ, ve en la inteligencia artificial una herramientas que aumentará la capacidad investigativa del periodismo, pues permitirá entender enormes volúmenes de datos. “No es perfecto y no es mágico, pero puede aumentar nuestras capacidades de modo de que usemos mejor nuestro tiempo”, explicó Walker en la inauguración del evento.
Poder femenino
Este año la GIJC logró paridad de géneros entre los asistentes y que el 48% de los panelistas fueran mujeres. El tema fue parte de la agenda e incluyó una sesión en que todas las presentadoras eran mujeres (12 en total) y salvo un par de excepciones, también lo eran las asistentes del enorme salón que albergó la actividad. Se trató del panel más comentado de la conferencia debido a que los testimonios de las periodistas eran duros y al mismo tiempo inspiradores.