La Conferencia Global de Periodismo de Investigación tuvo lugar en septiembre en Hamburgo, donde 1.700 periodistas de 130 países compartieron las últimas tendencias y revelaciones de la disciplina.
Por Francisca Skoknic
26 de Diciembre de 2019
“Un ataque contra uno es un ataque contra todos”.
Diminuta y enfática, la periodista filipina María Ressa se paró sobre el escenario del auditorio de la Universidad de Hamburgo y comenzó así el discurso con que se cerró la 11va Conferencia Global de Periodismo de Investigación (GIJC), a fines de septiembre pasado. La frase la repitió más adelante, para subrayar los riesgos que un ataque contra un medio, contra un periodista o contra la verdad implican para la sociedad en su conjunto.
Ressa, quien dirige el medio digital Rappler en Filipinas, ha enfrentado 11 querellas del gobierno de Rodrigo Duterte, fue arrestada dos veces este año y debió pagar 8 fianzas para mantenerse en libertad. La revista Time la nombró en 2018 como una de las personas del año junto a un grupo de periodistas a quienes denominó “guardianes de la verdad”. A lo largo de su discurso, María Ressa dejó clara la importancia de ese rol:
María Ressa – Directora de Rappler
—Cuando los periodistas están bajo ataque, la democracia está bajo ataque. Las redes sociales son ahora los mayores distribuidores de noticias en el mundo, pero pese a haberse quedado con los ingresos de los medios, han ignorado el poder de control que éstos han tenido tradicionalmente (…) Nunca antes nuestra profesión —proteger nuestras democracias— demandó tanto de nosotros (…) La batalla por la verdad es la batalla de nuestra generación. Con la tecnología como acelerante, una mentira dicha un millón de veces se transforma en un hecho. Sin hechos, no tenemos verdad. Sin verdad, no hay confianza. Sin ninguna de las tres, no podemos tener democracia. Es por eso que nuestra democracia está rota alrededor del mundo.
Al término de su discurso, Ressa y los organizadores de la conferencia se pararon con un lienzo que decía “El periodismo no es un crimen” y se fotografiaron frente a los 1.700 periodistas investigativos que este año asistieron a la GIJC, repletando las salas de la Universidad Hafencity y el diario Der Spiegel, donde se desarrolló la conferencia.
La ceremonia de cierre fue también la ocasión para entregar los Global Shining Light Awards, los más prestigiosos premios internacionales de periodismo de investigación. La selección de trabajos sirve también como una muestra del estado y los temas que los medios que realizan periodismo investigativo están priorizando. Es también una foto de lo que funciona mal en el mundo.
Rappler, el medio que dirige Ressa, se llevó el primer lugar en la categoría “grandes medios”, por su serie “Asesinato en Manila”, sobre los masivos crímenes llevados a cabo por el gobierno de Duterte (ver acá).
Entre los finalistas había un número inusual de medios latinoamericanos, una muestra de cómo ante condiciones adversas el periodismo investigativo muchas veces se fortalece. Por Brasil estaba Agencia Publica por su reportaje “Efecto Colateral”, sobre el impacto en las personas del combate contra el crimen que lleva a cabo el Ejército (ver acá); “El país de las mil fosas”, de los mexicanos de Quinto Elemento Lab, investigó las desapariciones y fosas clandestinas que se multiplican en México (ver acá) y “OLP: La máscara del terror oficial en Venezuela”, de Runrun.es y Connectas.org, reveló los detalles de las ejecuciones realizadas por fuerzas de seguridad (ver acá). Fueron los peruanos de IDL-Reporteros quienes se llevaron el primer lugar en la categoría “medios pequeños”, por sus investigaciones de dos casos de corrupción: LavaJato (ver acá) y LavaJuez (ver acá).
¿Qué tienen en común los medios Latinoamericanos que brillan en el mundo por sus investigaciones periodísticas? Son todos independientes, 100% digitales y se financian mayoritariamente con donaciones.
Este modelo, basado en aportes de grandes filántropos o fundaciones, y a veces complementado con pequeñas donaciones de ciudadanos, es hoy la fórmula más común entre centros de periodismo de investigación de todo el mundo. Si bien funciona y ha generado la proliferación de medios independientes que hacen periodismo de calidad, existe conciencia de su fragilidad.
Es por ello que las estrategias y modelos de de financiamiento fueron uno de los tópicos importantes en la GIJC. De hecho, en la preconferencia desarrollada en el día previo a la inauguración, periodistas de países en desarrollo fueron invitados a conocer los consejos de expertos en el área. “Haciendo sustentables a las organizaciones sin fines de lucro”, era el nombre del encuentro. “Se trata sobre entregar a las audiencias lo que quieren y necesitan, no sobre lo que nosotros queremos”, dijo Reg Chua, editor ejecutivo de Reuters, quien advirtió que la única forma de competir por la atención de las audiencias es preocupándose de satisfacer sus necesidades.
El resto de la sesión más parecía una clase de negocios, llena de consejos sobre cómo aplicar un análisis SWAT (fortalezas, debilidades, oportunidades y amenazas), estudiar los mercados para convencer a los aportantes de que financien nuestros proyectos y aprender a “pitchear” nuestras ideas ante potenciales donantes usando su lenguaje, es decir, el del mundo de las empresas.
Para María Ressa, el antiguo modelo de negocios basado en avisaje online termina afectando la voluntad del ser humano de buscar la información que quiere leer. En parte, porque todo termina en manos de grandes plataformas a las que les interesa atraer público, no buscar la verdad. Ella tiene claro lo que el periodismo debe hacer para enfrentar las amenazas: “Lo primero que necesitamos es colaborar, botar nuestras viejas definiciones (…) Y no se trata solo de periodistas… Incluyamos a la academia, las (empresas) tecnológicas, la sociedad civil, los buscadores de la verdad. Tenemos que unir fuerzas para proteger a los hechos”.
Puso así el acento en otro de los temas que atravesó toda la GIJC: la colaboración como forma de fortalecer el periodismo. Es lo que hoy ha permitido aumentar el alcance y la efectividad del periodismo de investigación a gran escala, además de repartir y disminuir los costos. Colaborar en vez de competir.
Este modelo facilita también el periodismo transnacional, protagonista de varias de las historias que se expusieron en la conferencia. La consigna es que si las compañías se han globalizado y la corrupción no tiene fronteras, entonces el periodismo debe buscar formas de seguir los hilos a través de los países.
Si en América Latina las transacciones oscuras suelen hacer escala en Panamá, como lo demostró el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ) en los Panama Papers, en Europa es en el Este donde se encuentran las grandes organizaciones, como lo ha demostrado múltiples veces Organized Crime and Corruption Reporting Project (OCCRP), un centro de periodismo transnacional. Su editor, Drew Sullivan, advirtió a los presentes que si eran periodistas y no estaban colaborando con sus colegas, “estaban muy atrasados para su época”.
Uno de los trabajos que se expusieron en la GIJC ha llevado la colaboración un paso más allá, al investigar las historias que dejaron pendientes periodistas que han sido asesinado. La misión de “Forbidden Stories” (Historias Prohibidas) es mantener “vivas” las historias pese a la muerte de sus investigadores originales, negándose a que los asesinos puedan acallar la verdad. Su caso más emblemático es “The Daphne Project”, en el que han trabajado 45 periodistas en 15 países con el objetivo de terminar la investigación que la periodista maltesa Daphne Caruana Galizia estaba haciendo al ser asesinada con un coche bomba en 2017. Sólo se sabía que reporteaba temas ligados a los Panama Papers.
Pese a la falta de diligencia de las autoridades maltesas en la búsqueda de un responsable, la presión de Forbidden Stories fue dando fruto con el tiempo. Lograron acreditar los negocios en paraísos fiscales de un empresario maltés cercano al primer ministro, quien terminó renunciando a comienzos de diciembre. El impacto no se habría logrado sin el trabajo colaborativo del equipo de Forbidden Stories.
Según Sullivan, el periodismo colaborativo seguirá potenciándose en el futuro gracias a la tecnología: “En los próximo tres a cinco años veremos una revolución en herramientas colaborativas, de modo que gente en locaciones remotas pueda trabajar de manera más efectiva en conjunto”.
La evolución de la tecnología ha cambiado al periodismo, al punto que en conferencias como GIJC parte importante de los talleres están orientado a las búsquedas avanzadas en internet, el periodismo de datos y el aprendizaje de lenguajes de programación, como Python y R.
La novedad este año fue la inteligencia artificial, que ya se utiliza para apoyar el trabajo de los periodismo pero cuyos alcances aún son un misterio. Marina Walker, directora de iniciativas estratégicas de ICIJ, ve en la inteligencia artificial una herramientas que aumentará la capacidad investigativa del periodismo, pues permitirá entender enormes volúmenes de datos. “No es perfecto y no es mágico, pero puede aumentar nuestras capacidades de modo de que usemos mejor nuestro tiempo”, explicó Walker en la inauguración del evento.
Este año la GIJC logró paridad de géneros entre los asistentes y que el 48% de los panelistas fueran mujeres. El tema fue parte de la agenda e incluyó una sesión en que todas las presentadoras eran mujeres (12 en total) y salvo un par de excepciones, también lo eran las asistentes del enorme salón que albergó la actividad. Se trató del panel más comentado de la conferencia debido a que los testimonios de las periodistas eran duros y al mismo tiempo inspiradores.
“Estrategias de supervivencia para periodistas investigación”, se llamaba la sesión, que incluyó el testimonio de una japonesa que fue violada por su un conocido periodista de su país, una finlandesa de larga trayectoria en TV que era llamada en público “esa inexperta reportera”, una estadounidense que ha debido llevar a sus hijos a las entrevistas como única forma de compatibilizar la vida personal con el trabajo y una mexicana que hizo ver que las que no tienen hijos tienen otros problemas, como recargarse de trabajo porque no tienen obligaciones para irse temprano a casa. El común denominador fue el esfuerzo por preocuparse de parecer siempre sólidas y estables para no ser discriminadas por su género en el trabajo.
En este post puede leerse sobre los testimonios (ver acá) y también está el video con gran parte de lo que pasó ese día (ver acá). Ambos contenidos están en inglés.
Quedó claro en las distintas instancias de diálogo en la GIJC que a pesar de las diferencias culturales, las mujeres periodistas tienen vivencias similares en todo el mundo y que unirse las hace más fuertes para enfrentarlas.
Por Cristián Roa y Belén Salazar