De visita en Chile, la periodista conversó con V240 sobre la grave situación de su país y la experiencia documentando los crímenes de guerra cometidos contra la población durante los dos años de conflicto. “Esto no es solo trabajo, es nuestra vida, y se puede acabar en cualquier momento”, dice.
Por Valeria Castellanos
29 de Mayo de 2024
A más de dos años desde que Rusia comenzara su ofensiva contra Ucrania, en febrero de 2022, se han contabilizado más de 30.400 víctimas civiles y 6,4 millones de ucranianos refugiados en el extranjero, según la Oficina del Alto Comisionado de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, “No es posible que venga un soldado ruso y te diga que no puedes creer en una religión, que ese idioma no lo puedes hablar, que ese libro no lo puedes leer. Esta guerra no es contra el sector políticamente activo del Estado. En realidad, se trata de una guerra contra personas no politizadas, ciudadanos normales, cuya forma de vida no encaja con el modelo autoritario ruso. Por eso, la cifra de fallecidos es tan alta”, describe Nataliya Gumenyuk a V240.
La periodista, escritora y cineasta, oriunda de Birobidzhan, se ha dedicado los últimos 20 años a cubrir conflictos fuera de su país. Pero, desde 2014, tras la primera invasión rusa, centró su trabajo periodístico en Ucrania. Fue directora de un canal de televisión independiente y luego fundó The Public Interest Journalism Lab, una organización que busca repensar el periodismo para ser útil en sociedades polarizadas, fomentando la confianza ciudadana y la cohesión social, explica Gumenyuk, de 41 años. Después de que estalló el actual conflicto, cofundó The Reckoning Project: Ukraine Testifies, que documenta crímenes de guerra y registra testimonios de víctimas de violaciones a los DD.HH. con fines legales y mediáticos.
En medio de una gira por occidente para relatar su labor como documentalista, a fin de sensibilizar a la comunidad internacional sobre la guerra, realizó una parada en Chile como invitada de Unesco por el Día de la Libertad de Prensa y habló con V240 acerca de lo que es vivir en Ucrania hoy, donde reside junto a su esposo Peter Ruzavin, periodista ruso.
-En los territorios bajo control ucraniano, que es más del 80% del país, la vida se desarrolla como en cualquier Estado normal. Funcionan el metro, las escuelas, los hospitales, los servicios eléctricos y de agua. Tenemos toque de queda en la noche, por unas cinco horas. Existe una aplicación de celular que nos manda alertas sobre posibles bombardeos de misiles. En Chile, si hay un desastre natural, creo que tienen un sistema similar. ¿Te imaginas eso mismo, pero que en vez de un terremoto o de un tsunami, te avisan de ataques con misiles un par de veces al día? Afortunadamente, la defensa aérea ucraniana puede frenar la mayoría de los ataques dirigidos especialmente hacia la capital, pero tenemos zonas más cercanas a la línea del frente que no pueden protegerse de la misma manera. Por lo que en algunos lugares hay más ataques con misiles, más alertas aéreas, problemas con la red eléctrica, apagones, etcétera. Allí, la vida no es normal, se requiere mucha energía y esfuerzo diario para mantenerse en pie.
-Ya que la mayoría de los hombres están en el frente, son las periodistas mujeres las que están cubriendo la invasión rusa. ¿Cómo ha sido su experiencia?
-Llegué al puesto de jefa de noticias del mayor canal de televisión de Ucrania cuando solo tenía 24 años, y no era consciente de lo inusual que era eso. Me tomó un tiempo comprender que, para las mujeres, esta profesión no siempre es fácil. Para mí, sin embargo, trabajar como periodista especializada en conflictos armados, siendo mujer, ha sido más sencillo. Las personas no me ven como una amenaza. Donde quiera que viajo, siento que la gente es más abierta conmigo. Hoy, entre mis colegas, hay muchas mujeres con hijos que cuidar o un esposo enlistado en el ejército. Tienen que encargarse de su empleo y de su familia, ya que suelen ser el sostén de la casa. Ucrania es un país con una fuerte presencia femenina en el gobierno y en la sociedad. Y la guerra expuso esto, porque muchos hombres fueron al frente y hoy las voces en el exterior son principalmente mujeres.
Su trabajo en The Reckoning Project ha recibido reconocimiento internacional en medios como Time, Vanity Fair y The Atlantic.
–Pudimos constatar cientos de casos de desaparición forzada, secuestros y torturas. Estuve en el Museo de la Memoria y los Derechos Humanos de Santiago y pude ver que el equipo eléctrico utilizado para torturar es el mismo, es una antigua práctica militar. Reportée en la región de Kherson después del primer año de invasión. Cuarenta y siete de los 49 representantes del Estado que hay en esa zona, como alcaldes o concejales, fueron secuestrados o detenidos. Esa fue la historia de la primera gran investigación que hicimos.
“Buscamos llevar estos hallazgos a la justicia. De hecho, presentamos una denuncia penal por el delito de tortura ante el Tribunal Federal de Argentina el pasado 15 de abril”. Esto, porque la justicia de ese país permite aplicar la jurisdicción internacional para juzgar crímenes de lesa humanidad.
-¿Cómo ha sido el trabajo detrás de The Reckoning Project para documentar los crímenes de guerra o las violaciones a los Derechos Humanos?
–La tarea más difícil es saber cómo llegar a un público masivo. Mucha gente nos pregunta por qué no hacemos una página web para subir todo, pero creo que nadie lo vería, tal vez solo un par de nerds, pero no funcionaría. Decidimos que era mejor hacer un reportaje muy bueno en un diario de gran alcance e, incluso, hacer una película. Los datos duros son importantes, pero pienso que hay que utilizar nuestro sentido periodístico y creativo para que estos sean accesibles. Intentamos que los testimonios sean lo más limpios posible, porque la única manera de abrirse paso entre el público es mostrar la experiencia humana de una forma auténtica para que la gente pueda identificarse. Hay que ser capaz de inspirar un poco a las personas y no solo mostrar que el mundo es cruel. Es necesario dejar algún espacio para la esperanza. Siempre digo que las personas pueden sentirse cansadas si creen que no pueden hacer nada, pero nadie se cansa de estar inspirado, así que hay que encontrar la manera de sacar la fuerza y la resistencia de la gente. Ese es nuestro enfoque en The Reckoning Project.
-¿Y cómo es el proceso para hablar con los sobrevivientes de vulneraciones a los Derechos Humanos?
-Hay una organización internacional llamada DART Center, que tiene un montón de recomendaciones sobre cómo hablar con personas que han sufrido un trauma. Nosotros nos capacitamos con ellos. En primer lugar, te explican lo más básico: cómo no herir al entrevistado, cómo crear un espacio seguro y cómo hacer sentir a las personas que están en control. No digo que seamos perfectos. Sé que nadie puede hacer este trabajo durante más de un año. La gente quiere cambiar o necesita tener periodos de descanso. Lo más importante es nunca permitir que una persona trabaje sola, debe tener a alguien con quien hablar, ya sea un editor o un espacio compartido donde pueda conversar sobre su experiencia. Solo esta conexión puede ayudarle, después de haber escuchado historias tan dolorosas o de haber trabajado con temas difíciles.
Nataliya Gumenyuk añade:
-Como tenemos esta alerta aérea y siempre sucede algo, la gente con que trabajo está realmente agotada. Dormir es absolutamente necesario, porque el cerebro necesita descansar. Si no lo haces, te derrumbarás a la tercera, cuarta o quinta entrevista. Yo soy una jefa exigente, pero doy espacio para que las personas sanen, no me importa a qué hora vengan a la oficina o a qué hora terminen. Para nosotros, esto no es solo trabajo, es nuestra vida, y se puede acabar en cualquier momento. Hay que dejar que las personas vivan su vida plenamente, porque no se sabe si habrá vacaciones en diciembre. ¿Y si me pasa algo terrible a mí, a la familia o a la ciudad? Todo es muy incierto. Como me dijo uno de los fiscales, “quiero investigar ahora, porque no sé si sobreviviré”. Todos somos ciudadanos con un blanco en la espalda.
-¿Cree que desde que estalló el conflicto en Gaza, en octubre pasado, el foco internacional y la cobertura mediática ha estado más puesto en esa zona que en Ucrania?
-Gaza es, sin duda, más importante para los medios estadounidenses y en menor medida, para Francia, Alemania y otros países europeos. En Indonesia. donde hay una gran población musulmana, Gaza es la noticia principal. Creo que necesitamos interesarnos por ambos países. Estos dos conflictos están relacionados con democracias en las que Occidente tiene cierta influencia, para bien o para mal. Pienso que no deberíamos quedarnos atrapados en la idea de quién es más víctima, no es útil para la discusión. Estamos luchando por los derechos humanos y somos países pequeños que no pertenecemos a grandes alianzas. No hay manera de que nos defendamos solos, y necesitamos apoyo. Es trabajo de los editores de noticias establecer conexiones y hacer que las historias sean relevantes y se publiquen.
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