¿Qué consideraciones debe tener la investigación en temas de abusos a los derechos humanos?
– Es la pregunta que se hace todo el mundo y sobre todo los estudiantes: ¿cómo voy donde alguien con trauma ocular?, ¿le vuelvo a preguntar?, ¿lo revictimizo?, ¿cómo hago yo esa entrevista? Y yo creo que ahí el periodista es fundamental. En el fondo, si tú no cuentas esa realidad, no la va a contar nadie. Yo creo que hay que tener sutileza, ser respetuoso. En algunos territorios se quejan de eso, como viene el periodista, “chupa toda la sangre y se va y nosotros quedamos sin nada”. Nosotros teníamos la convicción de que lo que estábamos contando tenía que remecer algunas conciencias o, por lo menos, ser una voz que le contara al mundo respecto a los atropellos de los derechos humanos que estaban ocurriendo en Chile. Esa era una conciencia que por lo menos yo tenía, para no hablar por todo el equipo.
-Yo consideraba que era importante contar eso y siempre con mucho respeto, siempre preguntándoles muchísimo a ellos hasta dónde querían llegar, qué querían contar, qué querían mostrar. Recuerdo una vez que estábamos caminando por la Alameda y había un niño en silla de ruedas y decía: “Hasta que la dignidad se haga costumbre”, en un cartel. Y cuando ellos nos vieron pasar esa imagen se deshizo y empezaron a saludar a la tele y yo le digo a Brent: “¿Les digo que se pongan como estaban antes?”. “No”, me dice, porque eso sería como un montaje. Y a mí me llamó la atención, porque aquí cualquiera lo podría haber hecho. La cámara en general registra sólo lo verdadero. Lo que la gente quiere contar, lo que nace, no hay nada inventado, nada gatillado por nosotros, salvo las preguntas. Yo creo que desde ese respeto se tienen que contar siempre los temas de derechos humanos y los periodistas no podemos callarnos frente a eso. Tenemos que buscar la forma de contarlo, pero no restarnos de eso por miedo a que vayamos a revictimizar. Tenemos que seguir protocolos, entender cuáles son esos protocolos de respeto a los demás, pero no restarnos, no restarnos nunca. Porque en el fondo nosotros somos guardianes y garantes también de la democracia. O sea, un país sin periodismo es un país sin democracia.
¿Qué significa para ti, como periodista chilena, estar mostrando lo que ocurrió en el estallido y que sea tan impactante internacionalmente?
– Tantos días de trabajo a full y que haya un reconocimiento es rico, es bueno, pero no sé si es lo más importante. ¿Sabes qué es lo más importante para mí? Que este premio internacional dice que hay cosas que aquí en Chile no se hicieron, que la prensa nacional dejó de hacer y a mí me gustaría que ese fuera el llamado más importante o que fuese no un llamado, sino que una reflexión. Lo más importante que me deja a mí este premio no es solamente la alegría de estar nominada o recibir un premio tan importante como el World Press Photo o un Emmy, sino que la reflexión es mucho más interna, es como ¿qué estaban haciendo los medios nacionales cuando nosotros estábamos ahí registrando los estallidos oculares? Si eso genera tanto impacto afuera es porque de verdad es impactante. ¿Por qué no lo estábamos contando nosotros aquí adentro?, ¿por qué no lo estaban contando los canales de televisión?, ¿por qué no lo estaban contando los diarios sin parar? Esa es la reflexión más profunda que yo hago, que tiene que ver con el periodismo chileno más que nada.