De la química a la fotografía
Una vez que salió del liceo, hizo su práctica de analista química en laboratorios Viamed. Continuó trabajando ahí después, pero decidió renunciar a los pocos meses por un descontento con los sueldos. Luego trabajó en tiendas de retail, hasta que en 2009 decidió entrar a Ingeniería Química en la Universidad Tecnológica Metropolitana (UTEM). Nicole encontró “elitista” la carrera y decidió cambiarse a Química Industrial. Gracias a la beca Bicentenario, su segunda carrera la pudo estudiar sin costos.
A Nicole le gustaba viajar. El año 2014 decidió junto a una amiga llegar hasta Ecuador mochileando y en el trayecto comenzó a interesarse por la fotografía y las comunicaciones. Junto con una pequeña cámara GoPro, registraba videoblogs a medida que avanzaba por los países latinoamericanos. “Como que me conocí en realidad. Me di cuenta de que el viaje me hacía muy feliz, de que la comunicación y todo lo que era visual me gustaba caleta”, recuerda ella. Pero al llegar en marzo a estudiar nuevamente, todo era distinto. Su carrera química parecía no gustarle más.
Estando en clases, pasó semanas en las que se cuestionó un posible abandono, entre otras cosas, por el incierto futuro económico de estudiar una carrera de la comunicación En esos tiempos habló con un profesor sobre su desencanto con la carrera y él le respondió “hija, usted tiene toda una vida por delante”. En julio de 2014 presentaría su renuncia a la UTEM.
Nicole conoció a Eduardo Constanzo en un viaje que realizó a Chiloé. Tras discutir con su grupo de viaje, decidió emprender el camino a Santiago junto con él. Aún estudiando química, se hicieron muy cercanos y para el año 2014 Nicole le propondría iniciar una carrera juntos en el Instituto profesional Alpes: Ella, Fotografía y él, Diseño. Además, en modalidad vespertina, Kramm comenzaría en paralelo su carrera de Cine en la Academia de Humanismo Cristiano.
Constanzo se encontraba viviendo en Isla de Pascua cuando Kramm se contactó con él. “Acá hay ilustración y yo sé que a ti te gusta dibujar y el tatuaje, te deberías meter conmigo, así estudiamos juntos al mismo tiempo”, recuerda Constanzo que le comentó ella. El mensaje motivó tanto a Eduardo que decidió volver al continente a iniciar una nueva carrera junto a Nicole. Vivían juntos y asistían a la misma casona en las cercanías de metro República.
“A medida que íbamos estudiando nos íbamos dando cuenta, porque Nico igual ya había desarrollado ciertos temas, tenía conocimientos previos”, recuerda Francisco Rifo, excompañero de Universidad de Kramm. Según cuenta Nicole, al presentar las fotografías como book ante la escuela Alpes le alababan sus fotos, pero ella, con poca experiencia en el uso de las cámaras, respondía: “oye son todas en automático, sí po’”. Sus compañeros se sorprendían de que no supiera usar la cámara y tomara tan buenas fotos.
Antes de entrar a estudiar, Nicole ya había comenzado a relacionarse con la fotografía al retratar los carteles en las protestas a las que iba. “Sentía que marchando era tan poco lo que hacía que empecé a sacarle fotos a los letreros”, recuerda. De este modo se acercó a un colectivo llamado Frente Fotográfico, en el cual podía aportar con material audiovisual, imágenes o texto sobre las manifestaciones que asistía. En él se mantuvo hasta 2017, ya que según cuenta Riffo, las publicaciones se hacían de forma anónima, pero al ser la única mujer del colectivo se sentía discriminada. “Ahí tuve atados, nunca valoraban mi pega, me trataban mal, era la única mujer de 10 personas”, recuerda Nicole.
Un año antes, en 2016, ganó su primer reconocimiento internacional en el Concurso Latinoamericano de Fotografía Documental “Los Trabajos y los Días”, cuando cubrió manifestaciones en Chiloé por un conflicto con las salmoneras del sector. El premio fue difundido por muchos medios, como La Tercera, que le dedicó una nota: “Con imágenes sobre el conflicto en Chiloé, fotógrafa chilena gana certamen internacional”.
Pero la experiencia que adquiría Nicole no fue reconocida por la universidad, donde no le prestaron apoyo para recibir el premio en el extranjero. Dentro de la universidad, si bien tenía buena relación con los profesores, uno en particular solía ser muy exigente con Nicole e incluso Riffo asegura que tenía actitudes machistas con ella: “Todos lo notábamos, él le exigía más que al resto. Mostrábamos en cada clase nuestras fotografías de lo que hacíamos y él siempre la criticaba, le decía no tienes que hacer esto. La quería como dirigir por un ámbito, pero no era el que la Nico quería fotográficamente”.
Fue en el año 2016 cuando se unió al colectivo fotográfico Kintu y a Cooperativa Fotógrafas, donde pudo tener la experiencia de trabajar con más mujeres de la misma profesión.