Oriundo de Puerto Varas, fue el primer fotoperiodista chileno en ganar el premio. Ocurrió en 2019 por su cobertura a la caravana de migrantes centroamericanos que viajaban a EE.UU. Aquí reflexiona acerca de su trabajo, de la forma de acercarse a tragedias humanas y de lo complejo que ha sido reinsertarse laboralmente en Chile.
Por Gazi Jalil F.
3 de Junio de 2024
Edgard Garrido, 48 años, es un fotoperiodista, por definición propia, “sigiloso”. Para quienes han trabajado con él, esto tiene que ver con su personalidad y con su forma de relacionarse con el resto, pero también con el método que usa para acercarse y documentar situaciones, casi siempre marcadas por el dolor, la tragedia y la violencia.
Garrido fue el primer fotoperiodista nacional en ganar un Premio Pulitzer. Lo recibió en 2019, en la categoría “Breaking News Photography” por su cobertura a la caravana de migrantes centroamericanos que viajaban a la frontera de Estados Unidos. Entonces trabajaba para la agencia Reuters y desde 2011 residía en Ciudad de México, pero a principios de 2023 decidió volver a Chile.
-Ya estaba mucho tiempo en México y con mi familia queríamos salir de allá. La violencia nos preocupaba. Siempre he estado vinculado, por mi trabajo, a escenarios complejos, pero queríamos otro entorno, donde pudiéramos vivir más tranquilos. Así que dejé Reuters y regresamos -cuenta a V240.
Hoy, Garrido se desempeña como profesor universitario y realiza trabajos fotográficos como freelance, pero no le ha sido sencillo conseguir la estabilidad laboral que planeaba.
-Acá en Chile se hace todo cuesta arriba. Si me fuera de nuevo del país, te aseguro que sería más fácil, pero estoy aquí por una opción familiar. En Europa o Estados Unidos no tienes que explicarle a nadie lo que significa un Pulitzer, pero acá es complicado que te reconozcan.
Garrido nació en Puerto Varas, y durante su niñez y adolescencia vivió en Puerto Montt. Su padre era gendarme y su madre una enfermera que murió cuando él apenas tenía 5 años. Estudió Periodismo en la Universidad de La Frontera, en Temuco, y cuando egresó ya sabía que, más que usar las palabras, prefería contar las historias con imágenes.
Comenzó trabajando en La Tercera y, al poco tiempo, en 2005, pasó a Reuters, que dos meses después le ofreció trasladarse a Honduras. Desde entonces, hizo coberturas en toda Latinoamérica, además del Caribe, desde la muerte de Fidel Castro hasta los incendios forestales de la selva amazónica.
-Uno de los hechos noticiosos más significativos que me tocó hacer fue el golpe de Estado en Honduras, en 2009. Estuve dos meses viviendo con el derrocado Presidente Manuel Zelaya en la embajada de Brasil, en Tegucigalpa, donde él se refugió. El miedo que sentí esa vez me hizo reflexionar sobre mi profesión y mi familia, mientras afuera éramos asediados por los militares.
A esa cobertura corresponde una de sus fotos más famosas: Zelaya durmiendo la siesta sobre dos sillas. También ha reporteado la crisis en Venezuela, juegos olímpicos, copas mundiales, pandillas, narcotráfico, huracanes y el terremoto de México de 2017. Pero lo que lo llevó a ganar el Pulitzer fue el reportaje visual que hizo para Reuters, junto a un grupo de 11 fotógrafos de la agencia, sobre el fenómeno migratorio desde Honduras a Estados Unidos visto desde distintos ángulos: la violencia, la pobreza, los derechos humanos y, por cierto, el viaje (Ver galería de fotos).
-Fue una misión que duró cinco meses y que se resume en una sola foto: un niño que llora debido al exceso de calor y humedad en el control fronterizo de Guatemala y México. Para mí fue una gran satisfacción recibir un Pulitzer relacionado con este fenómeno.
El fenómeno migratorio desde Honduras a Estados Unidos. Las fotos que llevaron a Garrido a ganar el Pulitzer
-¿Cómo logras que las situaciones dramáticas que debes documentar no te afecten después?
“Hay muchos momentos que te tocan emocionalmente, pero uno tiene que madurar esas emociones y establecer la diferencia que significa estar detrás de una cámara y ser un observador de ciertas situaciones. Hay momentos muy complicados que afectan a niños, familias completas, y uno se queda pensando en eso. Pero lo importante es reflexionar, tener una opinión del mundo, de los problemas sociales y adquirir una postura frente a lo que sucede”.
“Muchos fotógrafos buscan las fiestas y el alcohol después de un día de cobertura, van a un bar y se olvidan de todo. Pero ese no es mi caso. Si te cuestionas y reflexionas sobre lo que has visto, puedes enfrentar el dolor ajeno de forma profesional”.
-En Chile también se vive un fenómeno con la migración. ¿Te interesa retratarlo?
“En Puerto Montt vi mucha población haitiana que no solo se había adecuado a las condiciones climáticas tan distintas, sino que también estaba incorporada a la cultura local, haciendo y vendiendo milcao en las calles. En imágenes hay mucho que contar”.
“Una de las cosas en las que estoy interesado en trabajar actualmente como fotógrafo es la injusticia climática, como dice Greta Thunberg , el impacto sobre el medio ambiente. Igual que la migración, es un tema que va a marcar el desarrollo del siglo, porque cambiará nuestra forma de alimentarnos, de relacionarnos, de convivir, e incluso nuestras prioridades. Vamos a tener que ordenarnos de otra forma. Estos cambios drásticos están en la puerta, no es una película futurista”.
-Siempre trato de disfrutar mi trabajo. Me da placer hacer fotos, hacer click, moverme alrededor, desarrollar un concepto visual, ir mejorando la imagen -dice Garrido, quien en 2013 fue escogido “Fotógrafo del año” de Reuters en Latinoamérica.
Menciona a Sergio Larraín como un referente importante en su carrera: “Es dueño de una fotografía limpia y que se hace de corazón. Sus imágenes de Valparaíso me cautivaron cuando estudiaba”. Y siente que el fotoperiodismo chileno está bien representado en medios internacionales. En particular, dice que admira el trabajo que ha hecho Tomás Munita en medios como The New York Times.
-¿Qué piensas de tus colegas que acaban de ganar el Pulitzer?
“Cuando llegué a México, ellos ya estaban. Han visto pasar a muchos fotógrafos chilenos que han trabajado allá. Ambos son muy reconocidos. Es fantástico que hayan ganado, porque, en el fondo, se trata de un reconocimiento a la trayectoria de toda una generación de fotógrafos nacionales. En los 80 y 90 surgieron aquí muchos fotoperiodistas extraordinarios. Varios se desempeñan hoy en agencias de noticias internacionales”.
“He hablado con editores a nivel global que dicen que los fotógrafos chilenos tienen características muy particulares, que les permiten resolver muy bien cuando se enfrentan a coberturas que tienen que ver con el riesgo o con situaciones adversas”.
-¿Ves esas mismas características en las generaciones actuales?
“Lamentablemente no las veo tan a menudo. Creo que esto se debe, en parte, a la disminución de medios de comunicación en el país. Hoy, las plantillas de fotógrafos en diarios como El Mercurio o La Tercera se han reducido de manera notoria, lo que ha afectado esa formación profesional que fue fundamental en nuestro desarrollo”.
-¿De qué te ha servido ganar un Pulitzer?
“La verdad es que he sentido que en Chile no se valora haber ganado este premio. Hay ignorancia de lo que significa un reconocimiento así para un periodista. Y esto se combina con que en un mercado pequeño como este, con pocas oportunidades laborales y difícil en términos de remuneraciones, eres visto como una competencia”.
“Lo otro, es que en Chile parece ser que no se entiende el trabajo de los fotógrafos. Cuesta comprender que lo que hacemos es periodismo y que lo único diferente es el instrumento que usas para contar historias. Hay mucho desconocimiento en torno a lo que hacemos y esto hace que todo cueste un poco más acá”.
Este artículo es una actualización de una entrevista realizada por Gazi Jalil F., director de V240, en revista Sábado.