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La guerra santa contra el arte
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La guerra santa contra el arte

Pese a la polémica que generó la exposición “Una vida”, de Arturo Duclos, en Vitacura, la muestra cerró ayer con récord de público en Casas de Lo Matta. “A veces, las reacciones han sido un poco violentas, destempladas, pero me gustan, porque siento que la gente está viva”, dice el artista a V240. Sin embargo, otras obras no han corrido con la misma suerte, tras enfrentar reclamos de grupos conservadores y religiosos.

Por Monserrat Carrión

28 de Junio de 2024

Llegó más gente de la que se esperaba. El revuelo que causó la exposición “Una vida”, del artista Arturo Duclos, en Casas de Lo Matta, no hizo más que visibilizar la muestra y aumentar la curiosidad por verla. Recibieron a más personas de lo habitual y, aún más, para el Día de los Patrimonios “la sala se llenó”, señalan fuentes ligadas al centro cultural.

En total, recibieron alrededor de 10.000 visitas, lo que transformó el evento en el más exitoso de Lo Matta, después de  la exposición fotográfica “Underland”, de la exploradora de National Geographic Tamara Merino, que se realizó entre noviembre y marzo pasado.

Duclos
Parte de la exposición “Una vida”, en Casas de Lo Matta (Foto: M. Carrión).

 

Tras su inauguración en mayo, “Una vida” enfrentó duras críticas de vecinos de la comuna de Vitacura, además de parlamentarios y del mismo municipio. El diputado Cristián Araya, del Partido Republicano, la catalogó de “octubrista” y el concejal Felipe Ross exigió cerrarla, pero la alcaldía argumentó que Duclos había ganado un concurso abierto y que, como Corporación Cultural, “no podían censurar el arte”.

Hoy, Duclos ve con distancia aquella polémica. En conversación con V240 no se muestra extrañado por la controversia que causó su obra. “Es lo que produce el arte”, dice. “A veces, las reacciones han sido un poco violentas, destempladas, pero me gustan, porque siento que la gente está viva”.

Duclos
Alrededor de 10.000 personas asistieron a la exposición de Duclos, durante los dos meses que duró la muestra (Foto: M. Carrión).

El artista dice que sabe que no a todos les va a gustar lo que propone. “Es válido, porque es parte de exponer. No siempre voy a esperar a que la gente me esté diciendo que es bonito lo que hago, cada uno tendrá su postura”. Sin embargo, cuestiona a quienes solicitaron clausurar la muestra: “¿A quién se va censurar?, ¿me van a censurar a mí o se censura el evento? Es imposible censurar a alguien. Los intentos que hubo son arrebatos de personas que han buscado especular a propósito de su poder”.

A juicio de Duclos, “se hacen un mal favor estos señores republicanos. Lo único que hacen es quedar en ridículo todo el tiempo, tratando de llamar la atención en los medios para levantarse como autoridades de la moral. Se han convertido en el hazmerreir”.

Las controversias no son nuevas para él. En 1983, en plena dictadura y en el contexto de su proyecto de título, presentó su obra “La lección de anatomía”, que luego sería parte de una exposición en la Galería Bucci, en 1985. Su propuesta presentaba una toalla en el suelo con huesos humanos dispersos, con diferentes símbolos y tamaños, que camuflaban elementos políticos visibles en la obra. “Había que agacharse, leer y acercarse mucho para poder entender qué es lo que había”, recuerda.

Duclos asegura que, al ser una obra realizada en dictadura, pasó a ser icónica y aplaudida por la élite cultural del momento. Hoy es parte de la colección permanente del Museo de Artes Visuales de Santiago.

En 1993 gestionó el proyecto “La Escuela de Santiago”, junto con los artistas Eugenio Dittborn, Gonzalo Díaz y Juan Dávila. Se trataba de una distribución de postales cada 20 días, que contenían obras de ellos, y se adjudicaron un fondo público para realizar la exposición. Una de las postales, realizada por Juan Dávila, mostraba una imagen de Simón Bolívar. Duclos recuerda que era una pintura donde el héroe aparecía como un caballero ecuestre, sin embargo, era “una especie de travesti, su cara era mestiza, como un imbunche latinoamericano”.

Bolivar
En 1994, la Cancillería chilena tuvo que pedir disculpas por esta obra de Juan Dávila

La postal llegó a la Embajada de Venezuela, en agosto de 1994, lo que motivó protestas diplomáticas. El diario La Nación tituló: “Patriotismo venezolano está herido”. Días después, la Cancillería entregó excusas por la obra de Dávila a los gobiernos de Venezuela, Ecuador y Colombia, que habían manifestado su molestia por la imagen.

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Otro caso es el que relata Gonzalo Tapia, artista visual de la Universidad de Chile. En el verano de 2023 participó en Feria Fast, orientada al arte contemporáneo, en la categoría “Arte Joven”. A raíz de su obra, el gestor de la feria, José Manuel Belmar, le propuso realizar una exposición individual, en formato Pop Up, en la Galería OMA, de la cual es dueño y director.

Tapia, entonces, produjo la muestra “¡Hacia el reino de la mierda eterna!”, que mostraba una cena en torno a figuras como Andrónico Luksic, el exconvencional Luis Silva, el Papa Francisco, José Antonio Kast y Ximena Ossandón. Además, incluyó elementos ligados a la religión, como un crucifijo encapuchado y otro invertido, el cual “pudo ser entendido como un objeto satánico”, explica.

Gonzalo Tapia, artista visual
La muestra del artista visual Gonzalo Tapia fue cerrada pocos días después de su inauguración.

El artista señala que el foco de su obra estaba puesto “en la contingencia y en el avance de la ultraderecha en Chile” y que la galería, ubicada en el piso -6 del edificio Gibraltar, en Providencia, estuvo al tanto del contenido de la exposición. Sin embargo, recuerda el 29 de julio, día de la inauguración, comenzaron “las presiones”.

Así lo describe una nota publicada por el medio electrónico El Mostrador: “Al salir por la entrada principal del edificio Gibraltar, algunos de los asistentes a la inauguración se percataron de la presencia de un pequeño grupo de feligreses rezando, en una manifestación de desagravio. Se habrían ofendido por las referencias sarcásticas a íconos católicos dentro de la muestra. Posteriormente a ello, comenzaron a circular imágenes del evento a través de las redes sociales de grupos y organizaciones ligadas a la ultraderecha y al catolicismo más conservador, lo que hace suponer que algunos de sus miembros se infiltraron en la exposición”.

Tapia agrega que, en paralelo, a la cuenta de Instagram de la galería llegaron amenazas de muerte y comentarios de odio, que también recibió el artista en sus redes sociales.

Además, detalla que dos días después se abrió la muestra para visitas acotadas y llegaron desde la municipalidad “para verificar si la exposición dañaba a la moral y buenas costumbres”, bajo el argumento de que habían recibido denuncias.

El artista afirma que, luego, ante presiones de la municipalidad, amenazas de vecinos y reclamos de la administración del edificio, que solicitaba el cierre de la muestra, “OMA decidió bajar todo el contenido de la exposición en las redes sociales y se desentendió”. Tras esa situación, según Tapia, decidió realizar un cierre anticipado.

Asegura que el director de la galería le reconoció haber sido presionado. “Fue una mezcla entre presiones, una censura de parte de la galería y una inoperancia por parte de los administradores”, expresa el artista.

Posterior al cierre, Tapia dice que la galería OMA le ofreció realizar una nueva versión de la muestra, en el Mercado Urbano Tobalaba, pero con una condición: esta vez el galerista decidía qué se expondría “para que no se volviera a repetir lo anterior”. “Esto era una contradicción en sí misma, porque al hacer eso igual me estaría censurando”, comenta el artista.

Desde la galería OMA señalan que no hubo censura y niegan haber recibido presiones, sin embargo, tras el cierre de la exposición, El Mostrador publicó un comunicado de la misma galería, en el cual se indicaba que “tenemos que velar por la integridad de las personas que convocamos, ya sean artistas, curadores, visitantes, colaboradores. Para nosotros la seguridad de las personas está antes que todo”.

V240 intentó conocer la versión de José Manuel Belmar, director de OMA, pero no quiso participar en este artículo.

Raúl Martínez Friz, artista visual, plantea que existe un sistema precario en el que se desenvuelven los artistas emergentes que, en algunos casos, por desesperación ceden ante presiones. “En mi caso, para poder exponer he debido censurar u omitir información de imágenes para ciertos certámenes”, señala. Añade que lo mismo suele pasar con los jóvenes, por la poca experiencia y la dificultad de surgir en el ambiente artístico.

Carlos Palma, artista visual y docente de la Escuela de Arte de la Universidad Finis Terrae, coincide. Para él, la situación es habitual, porque “entre las galerías y museos hay ciertas convenciones”. Señala que existe gente con poder, que decide qué entra en las galerías y museos, “y dejan afuera propuestas que podrían sembrar nuevas derivas (…). Por eso, es difícil encontrar montajes u obras que sean desafiantes, que inviten a romper con la relación habitual que se genera entre las obras, las exposiciones y sus visitantes”.

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La destacada fotógrafa Zaida González afirma que parte de su obra ha sido censurada tanto en Chile como en Europa. Su trabajo se enfoca en las diferencias corporales, la sexualidad, la religión y las disidencias. Recuerda que la primera vez que le vetaron una fotografía fue en 2002, para un concurso de Foto Cine Club. En la ocasión, presentó una “obra erótica”, como la describe, en la que se ven personas disfrazadas de monja y de Cristo. “Me pidieron sacar la foto de la muestra o simplemente no me podían dar el primer lugar del premio (…) y yo preferí sacarla”.

zaida gonzález
“Autorretrato”. Foto de Zaida González de 2020. La artista dice que hay “temas que todavía son difíciles de aceptar”.

Para ella, las razones al censurar “siempre son ambiguas” y “siempre tratan de quedar bien o de dar vuelta la culpabilidad” para dar a entender que la obra no es apta. “Falta ser más directo”, dice.

Agrega que en sus inicios “tranzó” con algunas imágenes si le pedían que no las expusiera, pero señala que actualmente ha sido “firme”: “Si me dicen estas fotos no van, bueno, entonces no voy con nada”.

Sobre la censura a su trabajo, afirma que ésta habla de “cómo estamos respecto a temas que todavía son un poco difíciles de aceptar”.

En las artes escénicas también existen situaciones similares. Eduardo Luna, director artístico y dramaturgo de la compañía Lafamiliateatro, explica que fueron censurados por el contenido de “Levitas”, una obra estrenada en 2022. Escrita por Paly Pavez, abordaba la violencia de género en las iglesias evangélicas.

Levitas
La obra “Levitas” fue cancelada antes de su estreno en lugares como Lautaro y Nueva Imperial (Foto: Lafamiliateatro)

Tras la adjudicación de un fondo público entregado por el Ministerio de Cultura, la idea era realizar una gira en 2023 en las regiones del Biobío y la Araucanía. Luna dice que la comuna de Lautaro fue la primera en cancelar las presentaciones, meses antes de que se iniciara la gira. Según él, se argumentó que hubo un cambio en la persona encargada de la gestión cultural en la municipalidad.

La búsqueda de otro espacio para la puesta en escena de la obra los llevó a Nueva Imperial, pero, a días del estreno, la encargada de cultura del municipio les anunció, vía telefónica, que “se suspendía la función, porque había un problema con relación a la obra”, cuenta Luna. “Al preguntarle el motivo, señaló que organizaciones evangélicas se habían acercado al municipio a presionar para que no se diera y que la orden venía desde arriba, sin indicar quién había tomado la decisión”.

El dramaturgo explica que la compañía solicitó una carta oficial que indicara los motivos de la suspensión de la obra, porque, al ser una gira gestionada a través de un fondo, debían explicar al ministerio por qué no la podían presentar. Después de insistir varias veces, Luna señala que el departamento de cultura de Nueva Imperial argumentó que se debía a “problemas que exceden a esta administración, tenemos que bajar la obra” y recomendaron llevar la obra a Renaico.

A raíz de esta situación, la compañía emitió un comunicado en el que expresaban que “la cancelación de la obra cedía terreno a comunidades que no contemplan la libertad de expresión como un derecho, el caso constituye un acto de censura, evidencia las ventajas políticas que poseen las organizaciones evangélicas locales”.

Según Luna, “puede ser que las organizaciones evangélicas tengan tanto poder que puedan decidir qué ve y qué no ve una comunidad completa”. Agrega que pese a que fueron apoyados por el Ministerio de Culturas y el Ministerio de la Mujer y Equidad de Género, considera que “no hubo un soporte institucional para erradicar lo que estaba pasando y no existe ese respaldo real para que la censura sea condenada”.

El estreno de la obra se realizó en junio de 2022, en Santiago. El dramaturgo explica que tras una entrevista en la Radio Concierto recibieron mensajes en Instagram y Whatsapp con amenazas de demanda por el uso del logo de la Iglesia Pentecostal, acompañado de mensajes como: “Se van a ir al infierno”. Además, dice que dos semanas antes del estreno, vandalizaron la iglesia evangélica “Comunidad Rey de Gloria” y la Fundación Vasti, de apoyo a mujeres violentadas por la iglesia. En ambos lugares participa Paly Pavez, la directora de Levitas, explica el director.

Luna señala que pese a que ha recibido apoyo y que hay interés en la obra, existe un miedo de parte de las municipalidades de presentarla, “porque no quieren tener conflictos”. Por lo mismo, lamenta que “la obra se estancó”, porque no han podido realizarla en otros lugares, a menos que la misma compañía financie los espacios.

Consultada por los casos expuestos en este reportaje, desde la Subsecretaría de las Culturas y las Artes aseguraron a V240 que abogan por “la protección y promoción de la diversidad cultural, principio mandatorio de la política nacional de cultura” y que consideran que “la promoción de la libertad de expresión y la libertad de creación son fundamentales para nuestro trabajo”.

 

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