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La esperanza de Cecilia Heyder
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La esperanza de Cecilia Heyder

Convirtió el derecho a la eutanasia en una lucha propia y también una causa. Si bien su salud se sigue deteriorando, reconoce que el anuncio presidencial sobre el tema abre una nueva oportunidad. Ante la próxima discusión legislativa, su petición a los parlamentarios es clara: “Dejen de lado su moralina religiosa y voten con conciencia y consecuencia”.

Por Vicente Aguirre y Eduardo Candía

2 de Junio de 2022

Cecilia Heyder escuchó la primera Cuenta Pública del Presidente Gabriel Boric en una ambulancia camino a su casa. Pasado el mediodía del 1 de junio, desde su cuenta en Twitter, hizo eco de uno de los anuncios por los que ha luchado desde hace años: “la urgencia a la tramitación del proyecto de ley que establece el derecho a la eutanasia en Chile, mediante un proceso de consentimiento expreso, libre e informado”

El 2014, el nombre de Heyder se hizo conocido públicamente tras conseguir una “aprobación excepcional” para el ingreso a Chile del medicamento Sativex, hecho a base de marihuana y con comprobada eficacia para controlar el dolor. Cecilia padecía de cáncer de mamas y lupus, y en aquel momento el cuestionado tratamiento fue una salida para su aflicción. “Fue discriminatorio, pero conocí gente hermosa, aprendí a quitarme el paradigma del volao común y corriente, me di cuenta que la gente que consume marihuana es bonita, con valores. Aprendí a conocer la otra cara de la moneda”, recuerda.

Posteriormente, abandonaría el tratamiento oncológico y su condición fue empeorando. Según detalla La Tercera, en enero del 2021, a las patologías ya mencionadas se sumó un cáncer de ovario, síndrome antifosfolípidos, déficit factor VII, hipertensión arterial y anemia coagulopatía severa sin origen precisado (oncológico v/s reumatológico), además de dolor crónico. Esta condición provocó que en diciembre del 2020 fuese desahuciada por los médicos del Hospital San José, iniciando una batalla judicial para conseguir la eutanasia.

Sus diversas dolencias han obligado a Cecilia a mantener una estricta rutina: “Mi semana normal es prepararme el lunes por la mañana, porque me vienen a buscar a las tres de la tarde para ir al hospital, me hacen una hospitalización abreviada, empiezo la transfusión de sangre a las siete u ocho de la noche y estoy hasta el día martes, hasta las 10 u 11 de la mañana. El día miércoles descanso y el jueves otra vez lo mismo, el día viernes me vienen a dejar”. Pero esta programación tiene la fragilidad propia de su estado de salud. El pasado lunes sufrió un shock anafiláctico, lo que la mantuvo hospitalizada hasta la mañana del miércoles, obligándola a escuchar el anuncio presidencial de regreso a su hogar. 

-¿Cómo ha sido la espera por la eutanasia?

-“Cruel, inconsciente, indolente. Más indolente que inconsciente. Esperar algo que llegue, a que se apiade la gente, a que la aprueben luego. Mientras tanto yo sigo en mi casa con mis dolores, con mi vida precaria de hospital y en tratamiento para mantenerme viva”.

Si bien el anuncio viene a concretar un compromiso que el Presidente Boric hizo en su campaña, Cecilia mantiene cierta cautela frente a lo que se viene. Un resguardo amparado en las dificultades que ha debido enfrentar en sus años de lucha. En 1986 tuve cáncer de útero, en 1987 de cuerdas vocales, le contó en entrevista a The Clinic, marcando lo que fue su primer acercamiento a la eutanasia.  “Pero nunca pensé que la iba a pedir para mí”, afirmó entonces.

A pesar que su salud ha ido empeorando, mantiene una posición activa para conseguir una legislación que ampare el fin voluntario de la vida. Una de las propuestas más concretas es el Proyecto de Ley de Muerte Digna y Cuidados Paliativos, presentado el 2018 y que está detenido desde abril del 2021 en la Comisión de Salud del Senado. “Yo abrí la discusión en el Senado, expuse, quedaron de que iban a tener en menos de dos semanas aprobado y quedó en palabras bonitas nomás”, recuerda Heyder.

 

 

Con el paso de los meses, el trámite legislativo profundizó su desconfianza. “El proyecto de ley estaba junto con cuidados paliativos en la comisión del senado pero separaron los proyectos, sacaron los puros cuidados paliativos y la eutanasia la dejaron descansando. Lo desmantelaron en un 100%, iban juntos de la mano y ya dieron presupuesto hasta para los cuidados paliativos. La eutanasia se olvidaron de votarla, se olvidaron de comentar que se iba a hacer con ella”, comenta Cecilia.

En el silencio parlamentario, una nueva oportunidad se abrió con la discusión constitucional. El pasado jueves 21 de abril, el pleno de la Convención Constituyente aprobó con 116 votos a favor y 24 en contra, la norma que consagra el derecho a una muerte digna, estableciendo además que: “La Constitución asegura el derecho a las personas a tomar decisiones libres e informadas sobre sus cuidados y tratamientos al final de su vida”. Entendido por algunos sectores como un guiño a la eutanasia, lo cierto es que el organismo dejó fuera del borrador constitucional el artículo que aseguraba expresamente el “derecho de las personas a tomar decisiones libres y autónomas sobre sus vidas”. 

Según Cecilia, lo que finalmente quedó en el texto constitucional “es un saludo a la bandera nomás, porque le falta lo principal, no estipula quién tiene derecho, quién decide o quién no”.

Pese a todo, reconoce que ayer algo cambió. Pese a que su condición de salud le resta energía, reconoce que el anuncio presidencial le permitió recuperar las esperanzas, tomándolo “como una muestra de amor y solidaridad, con tanto dolor en pacientes terminales”.

Creo y quiero creer en este proyecto de ley”, dice Cecilia, esperando participar nuevamente de la discusión, sin desconocer el difícil camino legislativo que tendrá la iniciativa. Siempre he estado sola en esta campaña, hablo por mí, no hablo por otra gente, siento que tengo el apoyo de la ciudadanía, de eso me he dado cuenta. La desconfianza en los políticos me hizo querer llevarla así, te soban el lomo, te hacen cariñito y después chao pescao, te dejan abandonado”.

Sobre los factores que han entorpecido hasta ahora la discusión, Heyder apunta directamente al “cartuchismo que tienen algunos políticos, que hablan de que son ‘pro vida’, y se meten con su religión y creencias propias, que se respetan, pero ellos no respetan la de los demás. Y se olvidan de la gente que pide la eutanasia”.

Finalmente, en torno a las posibilidades reales que se concrete su propia solicitud de eutanasia, Cecilia es clara: “Lo veo muy difícil, pero no pierdo las esperanzas”.

 


 

Vicente Aguirre y Eduardo Candía son estudiantes de quinto año de Periodismo UDP y la presente crónica fue desarrollada en el curso “Experiencia Vergara 240”.
Foto: Facebook de Cecilia Heyder

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