Celdas sobrepobladas
Patricio Cerda es padre de un imputado de 22 años que se encuentra en la cárcel Santiago 1 y presenta asma crónica. El padre resiente que el chequeo diario en el recinto consista en que se tome sólo una vez al día la temperatura a cada interno, pese a que en el protocolo para población de riesgo elaborado para enfrentar la pandemia se establece que se deben tomar todos los signos vitales cada día. Lamenta también que su hijo sea uno de los internos del Centro de Detención Preventiva de Talagante que fueron trasladados a Santiago 1 en mayo pasado. Le preocupa que ni antes ni después del traslado le hayan tomado algún examen a su hijo para descartar que estuviera contagiado con Covid-19. Ni siquiera al llegar a Santiago 1 le hicieron un PCR o un test rápido, dice, solo le tomaron la temperatura antes de comenzar su cuarentena preventiva.
Consultada Gendarmería de Chile sobre el reglamento de traslados, insisten que previamente los internos “deben realizar una cuarentena de 14 días y deben contar con examen PCR negativo”. También aseguran el permanente control de salud a los adultos mayores (sobre 65 años) y enfermos crónicos.
Sin embargo, la situación del hijo de Patricio Cerda es la misma que vivieron los reos trasladados a la cárcel de Valdivia, donde después de la llegada desde la Región Metropolitana hubo un brote de contagios, según informó el portal Biobiochile.cl.
En los módulos de Santiago 1, las celdas miden tres metros de largo y tres de ancho. Están cerradas por un portón de lata a partir de las 17:30 horas cada día y hasta las 9 horas del día siguiente. Dentro de cada una hay un baño, con un WC, una ducha y un lavamanos que sólo se separan de las camas gracias a una delgada cortina.
En diciembre de 2018 el INDH publicó el tercer Estudio de las Condiciones Carcelarias en Chile de recintos tradicionales. Se concluyó que un 90% de los recintos inspeccionados presentan problemas de condiciones materiales; en relación a la salud, el informe menciona que existe un funcionario de salud disponible para aproximadamente 49 internos.
Claudio Anabalón es gendarme en Santiago 1 y, según él, la estructura de cada celda es para dos imputados con dos literas de cemento, “una abajo y otra arriba ancladas a la pared”. Explica que, como hay celdas que están malas, porque algunas “no tienen lavamanos, no tienen la taza del baño, no tienen agua, ni luz, los internos se van a vivir a otras piezas y así es cómo conviven de a 3 ó 4 en una misma celda”.
En Santiago Sur las celdas son más chicas todavía: miden tres metros de largo y sólo dos de ancho. También poseen literas, pero el baño no se encuentra en la pieza sino que es compartido por toda la galería. Hay urinarios y duchas. J.B. es gendarme en este penal, y prefiere reservar su identidad. Según él, puede haber hasta 150 personas por galería: “En algunas galerías se da mucho que duermen de 4 a 5 personas en una misma pieza, lo cual no permite una distancia social con o sin pandemia”.
La salud desprotegida
Gendarmería publicó en marzo de este año dos protocolos de acción frente a la pandemia, con el fin de resguardar a la población penal y a los funcionarios. El primero de ellos fue dirigido a todas las personas dentro del recinto, mientras que el segundo apunta a los enfermos crónicos y adultos mayores.
El primer documento indica que dos de las cuatro etapas están implementadas, lo cual significa que la planificación y las capacitaciones ya fueron realizadas, además de entregar los insumos necesarios. Las siguientes etapas son medidas paliativas al haber contagios. El protocolo para la población de riesgo es más específico respecto a qué cuidados deben tener, como el chequeo una vez al día.
En diciembre de 2018 el Instituto Nacional de Derechos Humanos publicó el tercer Estudio de las Condiciones Carcelarias en Chile de recintos tradicionales. Santiago Sur cabe en esa categoría. El informe cubrió principalmente las vulneraciones al derecho de integridad personal de los privados de libertad, se abordaron las condiciones de habitabilidad, atención médica, visitas y castigos, entre otros. Se concluyó que un 90% de los recintos inspeccionados presentan problemas de condiciones materiales; en relación a la salud, el informe menciona que existe un funcionario de salud disponible para aproximadamente 49 internos.
Valeska Orellana, abogada y directora territorial de la ONG Leasur: “Se les han recomendado distintas medidas a Gendarmería, de parte del Colegio Médico, como de organismos internacionales, pero en la práctica son súper difíciles de llevar a cabo porque los recintos penitenciarios están totalmente hacinados”.
El jueves 30 de abril de 2020 se realizó un operativo médico en Santiago Sur, a cargo de especialistas de la Universidad Católica y Universidad de Chile. Buscaban detectar contagios y revisar las condiciones que podrían propiciar el avance de la pandemia. María Simian (microbiología clínica de la Universidad de Chile) participó en ese operativo que se encontró en el patio central de la cárcel. “Teníamos el desafío de atender a unos 350 internos en una mañana, entonces el mensaje fue ‘traten de no quedarse mucho conversando con uno’ […] todos los que llegaban tenían mascarillas”, afirma Simian y también confirma haber escuchado de reos sobre las condiciones precarias que había adentro. “Algunos internos nos decían que se lavaban mucho las manos y que les llevaban desde afuera botellas de alcohol gel, porque no había suficiente para todos”.
Según el departamento de comunicaciones de Gendarmería se hizo entrega de mascarillas de uso obligatorio en los recintos; sin embargo, los internos y gendarmes de ambos centros aseguran que éstas no son suficientes. En la mayoría de los casos, son los mismos reos quienes las confeccionan o le piden a sus familiares que se las ingresen.
Verdosira Neculñir es madre del “Chino”, quien fue condenado a un año y seis meses en Santiago 1 por microtráfico. Una vez a la semana se dirige a entregar la encomienda para su hijo; le lleva lo esencial en la actualidad: cloro gel, útiles de aseo y mascarillas. Le preocupa que su hijo se contagie, comenta que allá adentro los espacios son reducidos y la enfermería no da abasto. “Ahí te enfermas y es terrible; a no ser que te vean muy mal te atienden. Cuesta que les den remedios, no te dejan entrar paracetamol y esas cosas. Son demasiados y una enfermería para todos, colapsa”, dice.
Valeska Orellana, abogada y directora territorial de la ONG Leasur, conoce la realidad de ambos recintos -Santiago Sur y Santiago 1- y dice que “se les han recomendado distintas medidas a Gendarmería, de parte del Colegio Médico, como de organismos internacionales, pero en la práctica son súper difíciles de llevar a cabo porque los recintos penitenciarios están totalmente hacinados”.
Actualmente el Gobierno propuso la implementación de la estrategia nacional de Testeo, trazabilidad y aislamiento, que consiste en potenciar la coordinación entre las Seremi de Salud para detectar contagiados o posibles contagiados. Este plan incluye la visita a recintos penitenciarios.