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El largo camino de una hierbatera mapuche para conseguir agua y plantas medicinales
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El largo camino de una hierbatera mapuche para conseguir agua y plantas medicinales

Hace una década, encontrar fuentes de agua pura en Los Pellines, comuna de Valdivia, era algo sencillo. Hoy, en palabras de la hierbatera mapuche Maribel Manquecoy, el agua “se arranca”. Al descenso de las precipitaciones, la tala del bosque nativo y el avance sostenido de la industria forestal se suma, desde 2017, una nueva amenaza: la arremetida de al menos cuatro proyectos inmobiliarios en la zona. En agosto, el Tercer Tribunal Ambiental de Valdivia paralizó temporalmente los trabajos en los loteos, tras detectar indicios de afectación en acuíferos y cursos superficiales de agua.

Por Valentina Morales y Daniel Meza

21 de Diciembre de 2020

Maribel Manquecoy (37 años) debe caminar hasta cinco horas desde su casa, en la comunidad de Los Pellines (Región de Los Ríos), para conseguir agua pura y plantas medicinales. Pero no siempre fue así. Hace no muchos años, encontraba fuentes de agua mucho más cerca de su hogar y ahí también lawenes, hierbas con las que previene y cura enfermedades. Tanto el agua como las plantas son fundamentales para cumplir el rol de lawenche (hierbatera y sanadora) en su comunidad. 

Los Pellines es un sector rural de 2.300 habitantes ubicado en la comuna de Valdivia (Región de Los Ríos) y cerca de la mitad de sus habitantes son mapuche. Miembros de la Junta de Vecinos de esa localidad estiman que la escasez de agua comenzó a notarse en 2008, cuando las napas subterráneas empezaron a descender, los pozos a secarse y los cursos superficiales de agua disminuyeron su caudal. Hasta entonces, según cuentan, se podían pescar salmones en los esteros, los mismos que hoy se secaron o conservan muy poca agua.

Crédito: Junta de Vecinos "Los Pellines"

A la disminución sostenida de las lluvias, según relatan los vecinos, se suma a partir de la década de los ’90 la desaparición progresiva del bosque nativo y su reemplazo por especies no endémicas, las que pueden llegar a consumir hasta 200 litros al día. 

“El verde se ha ido apagando poco a poco. Ha sido reemplazado por el café de la tierra y del pasto seco”, cuenta el presidente de la junta de vecinos de Los Pellines, Jorge Flandes.

En 2017 se agregó un tercer factor que amenaza a la ya mermada disponibilidad de agua:  el Servicio Agrícola Ganadero (SAG) autorizó cuatro grandes proyectos inmobiliarios en el sector, los que ofrecen el “sueño” de habitar los impenetrables bosques valdivianos. 

Para ello requerirán de mucha agua y deberán habilitar pozos profundos. 

“Es lo mismo que meterle una bombilla a un vaso. Si están haciéndole hoyos a la tierra, obviamente va a absorber el agua y va a quedar vacía”, explica la lawenche Maribel Manquecoy.

La gente vivía tranquila, vivía su mundo. Pero desde que empezó todo esto, ha sido un desastre porque ha habido un impacto general en el bosque nativo y en los menokos (humedales)”, agrega.

 

CAMIONES ALJIBE

Desde el 2017, el programa Agua Potable Rural (APR) de Los Pellines solicita camiones aljibes todos los veranos. En la época estival la población duplica su tamaño, llegando a cerca de 4 mil habitantes, según cuenta Jorge Flandes. 

El dirigente vecinal señala que los veraneantes –que llegan a sus segundas o terceras viviendas– tienen “una cultura que es de derroche” y acusa el uso extendido de piscinas de hasta 5 mil litros. Es la misma cantidad de agua que le suministran camiones aljibe a Maribel Manquecoy y a otras siete familias cada 15 días para que se la repartan entre todos. 

“Todo se tiene que hacer prácticamente con vasos, midiendo, y poniéndose de acuerdo con los vecinos”, explica Maribel, quien aclara que esa agua no es para consumo “ya que el sabor a cloro es muy fuerte, incluso cuando está hervida”. Hay quienes se han enfermado bebiéndola, asegura. Menos sirve para practicar medicina mapuche.

Para realizar curaciones u otro tipo de prácticas medicinales, Maribel necesita conseguir agua pura de algún cauce, sin importar cuánto tarde y lo difícil que resulte subir la quebrada hacia su hogar cargando veinte o treinta litros en bidones. 

“Necesito tener agua de menoko para poder hacer lawen, porque es esencial, no voy a estar contaminándolos con agua con cloro que nos trae un aljibe. Se necesita tener la pureza que nos da la naturaleza, en conjunto con los lawenes y el agua, entonces tiene que ser todo un complemento”, dice Maribel.

¿Cuánto demora hoy en encontrar y recoger lawenes?

El otro día fuimos y nos demoramos cinco horas en ir y volver, así de lejos estaban los menokos donde se encuentran esos lawen. Ya es mucho lo que se tiene que caminar, ahora me queda más lejos. Antes, a lo más me demoraba una hora y media en todo el trayecto. 

–¿Cada cuánto tiempo tiene que ir a buscar agua?

–Eso no depende de mí, depende de los kutranes (enfermos) que llegan. 

–Y ahí, me imagino, tiene que cargar con harto peso…

–Claro, 20 o 30 litros al menos, a veces más. A veces voy sola, a veces con ayuda. 

–¿Y cómo trae el agua?

–En bidones, en lo que haya se trae. 

La lawenche complementa el abastecimiento que recibe de camiones aljibe con algunos pozos comunitarios –que comparte con otras 15 familias– y unas pocas vertientes. Con algunos vecinos también instalaron una piscina plástica para almacenar el agua lluvia y que deben mantener limpia de hojas e insectos con una malla. 

“No la cloramos, porque ya tenemos suficiente con lo que nos trae el aljibe lleno de cloro y no queremos contaminar esta agua. Tiene que ser una agua limpia, entonces le tenemos puesta mangueras. Ahí se acumula y se llenan los tambores”, explica.

Desde que empezó la escasez hídrica, han solicitado estanques a la Municipalidad de Valdivia para acumular el agua lluvia, pero la respuesta siempre es la misma: no hay presupuesto, asegura. 

“Son las aguas las que le dan vida de alguna forma a nuestra mahuida (montaña), al ngen (espíritu). Son bienes que están vivos, que están para los che (gente) y lamentablemente las aguas se están desviando o también la están tomando los empresarios”, advierte Maribel. 

RACIONAMIENTO DE AGUA

No todos los habitantes de Los Pellines están en la misma situación que Maribel y otras 15 familias que habitan los sectores altos de la zona. “Sus casas se encuentran aisladas o en zonas altas de la quebrada, por lo que conectarlas hasta la red central es muy costoso”, explica el dirigente vecinal Jorge Flandes.

En las partes más bajas hace 20 años existe un sistema de agua potable rural (APR) que distribuye agua por cañería y que no tiene medidor. Por lo mismo, todos pagan una tarifa fija y se nutren del agua lluvia que abastece las vertientes. Así y todo –y pese a estar en una región tradicionalmente lluviosa–, la escasez progresiva de agua en el sector los ha obligado a tener que lidiar con el racionamiento. 

A comienzos de 2020, el teléfono de Gina Martini estuvo repleto de mensajes de Whatsapp: “necesito bañar a mis hijos; no he podido cocinar; mis animales necesitan agua; tengo poca presión”. La presidenta y encargada del sistema de APR tuvo que racionar el agua para que toda la comunidad pudiera tener, al menos, seis horas de suministro diario. 

Durante la temporada alta, los vecinos debieron hacer turnos para bañarse y muchos solo pudieron hacerlo un par de veces por semana. Lavar la ropa era aún más difícil y para hidratarse, debían bajar a la ciudad a comprar bidones de cinco litros, lo que impactó su presupuesto familiar.

Los camiones aljibe tardaron tres meses en aparecer, los solicitaron en noviembre y llegaron recién a comienzos de febrero. Forestal Arauco, que en la zona opera con el nombre de Forestal Valdivia, le ofreció a la APR aportar con un estanque, pero Gina Martini, su presidenta, lo rechazó: “Las forestales son parte del problema, no queremos nada de ellas”, señala. En la década de los noventa, Forestal Arauco plantó extensos monocultivos de eucalipto y pino en la zona.

Históricamente, explica Gina Martini, el sector ha sido “la leñera de Valdivia”. Quienes no emigraban a la ciudad se dedicaban a la tala del bosque nativo para abastecer de leña los hogares de la región. Así, durante el siglo XX la zona fue constantemente deforestada. 

Unión bosque nativo (a los costados) y forestal (al centro) en la Región de Los Ríos. Crédito: Instituto Forestal.

LA SOMBRA DE LAS INMOBILIARIAS

“El lugar de tus sueños”. Así Inmobiliaria Pilolcura promociona sus proyectos en la costa de Valdivia, muy cerca de Los Pellines. En sus comunicaciones asegura que el lugar es idílico para vivir por encontrarse en una costa rodeada de “impenetrables bosques siempre verdes”. Destaca que la selva valdiviana, el ecosistema de la zona, presenta una diversidad de especies única en el mundo. 

Propiedad del empresario Luis Emilio Pino, la inmobiliaria ha loteado más de 570 mil metros cuadrados en 42 parcelas de distintos tamaños. La más económica tiene un valor de 1.100 UF (cerca de $32 millones). 

Otros tres proyectos inmobiliarios (Cutipay I, Cutipay II y Los Pellines), a cargo de la empresa Agrícola Kuriñanco (propiedad de Daniel Pino) se pretenden levantar en la zona. 

Fueron estos proyectos, que a principios de 2019 comenzaron trabajos de apertura de caminos provocando deslizamiento de tierra, los que el 18 de agosto pasado movilizaron a una veintena de vecinos a una protesta con corte de ruta en el camino de acceso a Los Pellines. Buscaban paralizar las faenas de las inmobiliarias, pero fueron desalojados por Fuerzas Especiales de Carabineros.

Protesta en la entrada de Los Pellines. Crédito: Radio Lafken Mawida

Gina Martini acusa que existió un uso desproporcionado de la fuerza: “Hace un año que Fuerzas Especiales están en el territorio, pese a que aquí las comunidades son muy pacíficas. Todos los días llega un pequeño bus con efectivos, pero cuando hay protestas llegan muchos. Es una desproporción absoluta entre los manifestantes y la cantidad de policías. Usaron muchas lacrimógenas y balines de goma”, cuenta.

Cartuchos de lacrimógenas apilados en el suelo. Crédito: INDH

Para frenar la arremetida inmobiliaria también acudieron a la justicia. La propia Maribel Manquecoy interpuso un recurso judicial en contra del propietario de la Inmobiliaria Pilolcura: “lo hicimos como familia, por el daño ecológico que estaba haciendo. Los animales estaban bajando por la quebrada para tomar agua y para alimentarse, porque estaban destruyendo el bosque completo”, acusa la lawenche

El pasado 26 de agosto, organizaciones ambientales y sociales de Los Pellines lograron a través de la Superintendencia de Medio Ambiente (SMA) que el Tercer Tribunal Ambiental de Valdivia resolviera detener las cuatro faenas inmobiliarias por 15 días, como una “medida cautelar pre-procedimental” a la espera de recabar más antecedentes para determinar si existe un daño que deba ser evitado.

El dictamen indica: “se aprecian otros efectos derivados de las obras descritos en los recursos y denuncias acompañados, los que dicen relación con la pérdida de cubierta vegetal, la pérdida de suelo, la erosión y contaminación de cursos de agua usados como fuentes de abastecimiento de agua potable y la afectación de un sistema de acuífero libre, vinculado a la recarga de los cuerpos de agua superficial”.

Agrega el escrito que: “los fenómenos aquí descritos darían cuenta de daños inminentes tanto al medio ambiente como a la salud de las personas, los que pueden seguir manifestándose en caso de continuar con las obras necesarias para la venta y uso de los terrenos en los proyectos individualizados” (ver aquí).

Gina Martini acusa, además, que las faenas han causado derrumbes desde los cerros que han dejado inutilizada el agua que se ocupa como fuente para abastecer a los vecinos.

Agrícola Kuriñanco, en una carta enviada a algunos medios locales, aseguró que al ser parcelas de agrado que no incluyen edificación ni urbanización, los proyectos dependen del Servicio Agrícola Ganadero (SAG), que sí autorizó las obras. Agregaron que incentivarán el turismo en la zona. 

Como es sabido es mejor tener un proyecto de parcelas de agrado que una plantación forestal que afecta directamente a los esteros y captaciones superficiales”, enfatizó la empresa.

El abogado Vladimir Riesco, académico de la Universidad Austral de Chile y miembro del Movimiento por el Acceso al Agua, la Tierra y la Protección del Medioambiente (MODATIMA), es el encargado de la estrategia judicial en representación de la APR de Los Pellines. Actualmente, cuenta, pretenden que los proyectos inmobiliarios sean ingresados al Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental (SEIA). Sus expectativas son que las próximas semanas se anulen los permisos de construcción para detener el avance inmobiliario en la costa valdiviana. 

En septiembre tuvieron una primera victoria: la SMA derivó al Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental (SEIA) el proyecto de Pilolcura, ahora sometido a trámite. Hasta el momento la SMA no se ha pronunciado respecto de los otros tres proyectos de Agrícola Kuriñanco, pero las organizaciones ambientales, la APR y los vecinos esperan que prontamente se fiscalicen e ingresen al SEIA. Pese a los cuestionamientos que pesan sobre la arremetida inmobiliaria en la zona, los vecinos aseguran que las obras de construcción y la venta de aquellos loteos continúa.

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